Ucrania, la globalidad del conflicto y sus consecuencias para la seguridad en Latinoamérica

El viernes 11 de febrero de 2022, Jake Sullivan, el consejero nacional de seguridad de la administración Biden dijo en una conferencia de prensa que, aunque no revelaría las fuentes de inteligencia, “Rusia ha acumulado y posicionado fuerzas militares suficientes en la frontera con Ucrania que se ha abierto una ventana de altas probabilidades de ataque al territorio ucraniano, inclusive antes que terminen las Olimpiadas de invierno en Beijing.” En tal sentido, urge a todos los ciudadanos de los Estados Unidos que salgan de Ucrania en las siguientes 48 horas.

Mientras tanto, la diplomacia rusa liderada por Sergey Lavrov sigue en una posición de victimización, y como lo señala Anne Applebaum en su publicación en The Atlantic, Why the West’s Diplomacy With Russia Keeps Failing. Occidente sigue sin entender a la cúpula política rusa y sus intereses, para quienes Ucrania es parte de su proyecto y les importa muy poco las consecuencias de un conflicto.

Como ya se ha dicho muchas veces, la primera víctima de la guerra es la verdad, y ese es el caso en este conflicto. Desde hace algún tiempo se ha hecho muy difícil entender lo que ocurre, y mucho menos pronosticar un futuro inmediato probable. Sin embargo, las declaraciones y hechos de los últimos días apuntan hacia el escenario de la confrontación.

Pero, llevando la situación a un terreno más cercano ¿Qué implicaciones podría tener la guerra de Ucrania en Latinoamérica, y en particular en la seguridad de nuestra región?

El primer indicador predictivo es el costo de la energía. Mientras más tensión se acumule en Ucrania, más se van a impactar los precios del petróleo hacia el alza, más aún por la dependencia de Europa del gas y otros hidrocarburos provenientes de Rusia. Existe cierta proporcionalidad histórica en nuestra región entre el alza de la energía y la violencia social.

Por otro lado, el centro de gravedad del planeta se va a mover a Europa del Este, lo que va a volcar atención y recursos masivos a una realidad que va a dejar a América Latina, una vez más, fuera de toda prioridad en el mundo en un momento crítico cuando apenas comienza la recuperación post COVID. En estas situaciones son los más vulnerables los que primero y más severamente se afectan, manifestándose en conflictividad.

Rusia, sin duda hará sentir a los Estados Unidos su presencia en el continente, y para ello va a sacar provecho de sus alianzas en Venezuela y Cuba para acelerar el proceso de transformación de Zona Gris en la frontera con Colombia, y así convertir el conflicto del Arauca en un proxy más de la guerra.

En las guerras híbridas todos los medios de confrontación son válidos, así que veremos una región más opaca que nunca y es precisamente en la opacidad del caos donde las tiranías se consolidan. Lo que queda es esperar que este conflicto en Ucrania no se concrete en su dimensión física, aunque siempre vale recordar que guerra avisada no mata soldados.

En nuestro ámbito lo que corresponde es comenzar a observar más de cerca lo que ocurre, buscar fuentes confiables de información, analizar y estimar los posibles impactos de un eventual conflicto y qué consecuencia tendría para nuestras organizaciones, tanto en lo local como en lo global.

Infografía: Daily Mail, UK.

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