Desde la primera edición del MAPS en 2014, Carta de navegación para una organización segura, ya nos referíamos a una de las paradojas más grandes en el ámbito de la seguridad, y que refuerza el dilema del innovador, el tema radica en la figura del «experto». Tradicionalmente, se ha creído que un experto es alguien que ha alcanzado un lugar privilegiado en el campo del conocimiento, y que, una vez instalado en ese sitio, es inamovible. Sin embargo, la realidad nos muestra que esto no siempre es así. Los paradigmas cambian, y en el ámbito de la seguridad, al igual que en la tecnología, estos cambios, además de ser constantes, son vertiginosos. Aquellos que son considerados «encumbrados» en un momento dado, pueden caer desde lo más alto cuando no son capaces de adaptarse a las nuevas realidades.
Para ilustrar esta paradoja, podemos observar varios ejemplos a lo largo de la historia. Un caso emblemático es el de la industria de los ferrocarriles, que experimentó una época dorada en el pasado, pero que vio su declive con la llegada de los vehículos automotores. Las empresas ferroviarias, que en su momento fueron consideradas líderes indiscutibles en el transporte de personas y mercancías, no supieron anticipar los cambios en el mercado y adaptarse a las nuevas formas de movilidad, lo que las llevó a perder su posición dominante. Hoy en día, muchas de estas empresas han tenido que reinventarse o simplemente desaparecer del mercado.
Un ejemplo más reciente lo encontramos en la transformación de la industria de la música con la digitalización y compresión de canciones para su distribución a través de Internet. Las empresas discográficas que no supieron adaptarse a este cambio tecnológico, subestimando su impacto en la forma en que se consume la música, han experimentado pérdidas significativas en sus ingresos y en su relevancia en el mercado. Por otro lado, las plataformas de música en streaming y los artistas independientes que han sabido aprovechar las oportunidades que ofrece la tecnología han ganado terreno y se han convertido en actores importantes en la industria musical actual.
La paradoja de los expertos se acentúa debido a que, en muchos casos, estos «encumbrados» tienen una gran resistencia al cambio. Al haber alcanzado una posición destacada en su campo, suelen aferrarse a las prácticas y conocimientos que los llevaron allí, sin estar dispuestos a cuestionar sus propias creencias o a aprender nuevas habilidades. Esta resistencia al cambio puede ser peligrosa en un entorno en constante evolución, como el de la seguridad y la tecnología.
Por otro lado, el dilema del innovador también juega un papel importante en esta paradoja, y centra en la dificultad que enfrentan las empresas o individuos para adoptar nuevas tecnologías o enfoques innovadores, debido a los riesgos que implica abandonar las prácticas establecidas y a la incertidumbre sobre los resultados. Los expertos, al estar afianzados en su posición y reputación, pueden sentirse amenazados por la llegada de nuevas tecnologías o enfoques disruptivos en su campo, lo que puede llevarlos a resistirse al cambio y caer en la complacencia.
Sin embargo, aquellos que logran superar la resistencia al cambio y abrazar nuevas formas de abordar los desafíos de seguridad, tienen la oportunidad de mantenerse vigentes y relevantes en un mundo en constante evolución. Para ello, es fundamental adoptar una mentalidad abierta y receptiva al cambio, estar dispuesto a cuestionar las creencias establecidas y aprender continuamente.
En este sentido, la capacidad de adaptación y flexibilidad se vuelve crucial en el ámbito de la seguridad. Los expertos que logran mantenerse y que están dispuestos a reevaluar constantemente sus estrategias tienen una ventaja competitiva significativa frente al entorno y a su competencia. La capacidad de adaptarse y evolucionar con las nuevas realidades es esencial para sobrevivir y prosperar en un mercado cada vez más líquido, competitivo y disruptivo.
Además, es importante tener en cuenta que la seguridad es un campo complejo y multidimensional, que abarca una amplia gama de tecnologías, regulaciones, políticas y prácticas. Los expertos en seguridad necesitan una comprensión holística de estos aspectos y ser capaces de integrarlos en su visión de seguridad. Aquellos que se aferran a las anécdotas del pasado, quedan en la obsolescencia o corren el riesgo de quedarse rezagados y no poder hacer frente a los desafíos emergentes.
Otro factor clave a tomar en cuenta en la paradoja de los expertos en seguridad es la rapidez con la que cambian los paradigmas y las tecnologías. En la actualidad, la tecnología avanza a una velocidad vertiginosa, lo que significa que las empresas y los expertos en seguridad deben ser capaces de adaptarse rápidamente a los cambios. Es importante destacar que el papel de los expertos en seguridad no debe ser subestimado. La experiencia y el conocimiento acumulado son valiosísimos recursos. Sin embargo, es esencial que los expertos estén dispuestos a cuestionarse, así como a estar abiertos a aprender, desaprender, reaprender y adaptarse a las nuevas realidades. La humildad intelectual y la capacidad de reconocer que el conocimiento puede volverse obsoleto con el tiempo son cualidades importantes para los expertos en seguridad.
Es por ello que la formación continua y la actualización del conocimiento son fundamentales para los expertos en seguridad. Participar en programas de formación, asistir a conferencias y seminarios, y mantenerse informado sobre tendencias y avances en el campo de la seguridad son prácticas indispensables para seguir siendo relevantes en el terreno y poder así sostener criterios bien argumentados en la toma de decisiones que impliquen asumir nuevos riesgos.
Quizás aun no ha llegado el fin de la era de los expertos, a pesar de los cambios acelerados, la incertidumbre y la tecnología. De lo que sí estoy convencido es que este es el momento de construir una nueva generación de expertos en seguridad, multidimensionales y alineados con los nuevos tiempos, allí está el desafío.