Seguridad positiva, una nueva mirada.

Una nueva mirada a la seguridad positiva

En 2016, cuando se publicó el libro RAY en Seguridad – Una mirada sencilla a un mundo complejo, dediqué el tercer capítulo a una idea que definí como “Seguridad Positiva”, y que en esencia se refería a la actitud frente a los riesgos, y cómo gestionarlos en función de nuestras fortalezas.

Hoy, siete años después, podría agregar algunos elementos al concepto, producto del análisis y la práctica. La seguridad positiva, en primer término, se centra en las ventajas y fortalezas de la organización, en lugar de enfocarse en las debilidades y fallas. Al igual que la psicología positiva reconoce que el bienestar del individuo va más allá de la ausencia de dolor emocional, la seguridad positiva busca ir más allá de la mera prevención de riesgos, para potenciar las capacidades de la organización y sus herramientas de adaptación ante los desafíos de un mundo cada vez más líquido.

Quizás lo intangible, pero poderoso de la seguridad positiva es que no se trata de un modelo o una estructura, sino una actitud hacia los riesgos que se aprende y desarrolla como cualquier otra habilidad del individuo. Es, por tanto, un germen en la formación de la cultura de resiliencia organizacional que se siembra en cada miembro del ecosistema, y que, así como ocurre con el césped, una vez que desde su pequeñísima semilla crece, se entrama con otros para crear una “alfombra” natural y resistente, que no sólo embellece el ambiente, sino que protege el terreno y lo hace vivible.

A través de la experiencia he identificado algunas características principales de la seguridad positiva en las organizaciones con las que he trabajado. Estas no surgen por casualidad, sino que son parte de una visión compartida sobre la gestión de riesgos y su impacto en las personas y en el negocio.

La primera de estas características se basa en identificar las fortalezas de la organización, y a partir de ellas, abonar la tierra para sembrar la consciencia en torno a los riesgos. En lugar de enfocarse exclusivamente en las debilidades y vulnerabilidades, la seguridad positiva identifica y potencia las capacidades y recursos con los que la organización cuenta para enfrentar los riesgos. Esto implica un salto de lo reactivo a lo proactivo, en el cual se busca darles más protagonismo a las áreas de la organización que son fuertes, en lugar de simplemente tratar de corregir las debilidades. Esta es la verdadera ruta a la excelencia, pues si sólo nos dedicamos a enmendar debilidades, podemos terminar en un punto de promedio mediocre, en lugar de ser realmente buenos.

En este sentido, debemos tener un cuidado particular en diferenciar las vulnerabilidades de las debilidades. Las primeras son brechas a través de las cuales pueden colarse amenazas para generar riesgos; un ejemplo típico de vulnerabilidad es un muro perimetral inadecuado o roto, que puede ser traspasado por quienes tengan intenciones de causar daño. La debilidad en este caso no es el muro, sino el desinterés, la falta de priorización o voluntad en repararlo. No cabe duda que la seguridad existe para remediar vulnerabilidades y para llamar la atención sobre la falta de conciencia en torno al riesgo, pero su misión más importante es motivar y despertar la proactividad organizacional que va a provocar que el hueco en el perímetro nunca ocurriera, o se corrigiera con prontitud y no se convirtiera en un problema para la protección de los activos.

Otra característica de la seguridad positiva es que se centra en el aprendizaje y desarrollo continuo. En lugar de ver los errores y fracasos como algo negativo, la seguridad positiva los ve como oportunidades de aprendizaje. Este abordaje es una de las claves de la resiliencia organizacional. Se fomenta una cultura en la que se valora la retroalimentación y se promueve la mejora continua en la gestión de riesgos. Esto implica una mentalidad abierta al cambio y a la innovación, en la cual se busca constantemente perfeccionar las prácticas y procesos de gestión de riesgos. La práctica disciplinada y la corrección de errores durante el proceso hace que este llegue a su punto de excelencia.

Libro RAY en seguridad.Una mirada sencilla a un mundo complejo
RAY en seguridad – 2016*

Es un poco lo que ocurre con la práctica deportiva, llega un punto que el atleta talentoso, de tanto repetir una jugada, un movimiento o una táctica, alcanza tal nivel de perfección; que se hace imbatible frente a sus competidores.

Un tercer aspecto de la seguridad positiva, muy conectado con los dos anteriores, es la promoción de una comunicación abierta y transparente en la organización. Se fomenta el diálogo y la colaboración entre los distintos niveles jerárquicos y áreas funcionales con el fin de compartir información relevante sobre los riesgos y su gestión. Esto permite que se identifiquen rápidamente situaciones que se salen de control, y se tomen medidas oportunas para mitigar los riesgos. Además, la seguridad positiva se concentra en la construcción de relaciones basadas en confianza y respeto. Se valora el trabajo en equipo y se fomenta la participación de todos los stakeholders en la gestión de riesgos. Todo esto, tiene que ir acompañado del reconocimiento e incentivos al aporte que realizan los colaboradores a la identificación y mitigación de riesgos, lo que fortalece la cultura de seguridad en la organización y genera aún más compromiso.

Por último, la seguridad positiva implica una visión a largo plazo. No se busca solamente resolver los problemas inmediatos, sino construir una cultura de seguridad sostenible en el tiempo. Se establecen metas y objetivos e el tiempo, y se estimula un enfoque estratégico en la gestión de riesgos, que considere no sólo los riesgos actuales, sino también los posibles riesgos futuros.

He podido observar que muchas veces las organizaciones que capitalizan fortalezas y las transforman en seguridad (positiva) alcanzan este nivel sin estar plenamente conscientes de ello. En ese tránsito hacia la resiliencia, sin embargo, han desarrollado una alta confiabilidad y certeza en las relaciones entre las personas y los procesos internos, lo que les permite identificar rápidamente cuando las cosas se salen de control y actuar de manera efectiva. Esto demuestra que la seguridad positiva no es simplemente una teoría abstracta, sino que es una actitud y una cultura que crece y se desarrolla (¡como el césped!) a través de la práctica y la experiencia.

Uno de los casos de seguridad positiva que recuerdo con mayor satisfacción se trató de un proyecto en el que nos propusimos generar un clima de seguridad en un importante centro de salud en Venezuela ubicado en un entorno altamente violento. Entre las fortalezas que habíamos previamente identificado como eje de cultura organizacional estaba el cuerpo de enfermeras profesionales que trabajaban en el sitio. Además de ser reconocidas por su labor, eran estimadas porque eran las “guardianas” de las normas sanitarias. Aprovechando esta ventaja, diseñamos para ellas un curso de formación básica en medidas de seguridad y las convertimos en auxiliares de protección de activos del hospital. Así, logramos progresivamente insertar una cultura de pertenencia, prevención y control de activos entre médicos, personal de soporte y pacientes.

Debo reiterar que la seguridad positiva no implica ignorar las debilidades o vulnerabilidades de una organización. Reconoce que estas existen, pero se enfoca en utilizar las fortalezas y ventajas para superarlas y enfrentar los riesgos de manera efectiva. Se trata de maximizar los recursos y capacidades de la organización, en lugar de centrarse exclusivamente en las limitaciones.

Concluyo con la misma idea con la finalicé mi primer artículo sobre seguridad positiva, hace unos cuantos años; construir organizaciones con una visión positiva de la seguridad es una habilidad que se puede desarrollar, y requiere la convicción de la dirección y la comprensión de que implica una transformación de paradigmas culturales. A medida que nos acercamos al primer cuarto del Siglo XXI, queda cada vez más claro que una visión positiva de la vida organizacional beneficia la relación esfuerzo-beneficio y genera el optimismo necesario para impulsar el cambio. Como lo afirmó Martin Seligman, reconocido padre de la psicología positiva: observar a otras personas realizando acciones positivas produce un estado llamado «elevación», que nos inspira a hacer cosas buenas también. Sin lugar a duda, la seguridad es posible cuando nos asociamos con lo positivo.

@seguritips

*Este libro está disponible en su versión impresa en Venezuela y USA, a quien le interese adquirirlo, puede escribirme aquí :

1 comentario en “Una nueva mirada a la seguridad positiva”

  1. Pingback: Lo crítico del pensamiento crítico en el análisis de riesgos - Alberto Ray

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