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Hoy, no todo es malo, pero sí peligroso

En palabras de Michel Foucault: “En estos tiempos no todo es malo, pero sí peligroso.” Y eso que el filósofo francés, padre de “La Sociedad Disciplinaria”, murió en 1984, cuando ni de cerca el mundo era lo complejo que es hoy. Y lo digo porque sin duda, todos vivimos tiempos muy peligrosos.

Y es que me voy a referir, precisamente, a los sistemas complejos como intrínseca y naturalmente peligrosos. Dado el nivel de riesgo que involucra la complejidad, se deriva, por tanto, la necesidad de que se creen múltiples capas de defensa para un sistema complejo pueda funcionar con relativa seguridad.

Un sistema complejo, mientras más eficaz, mejor protegido está, ya que sus múltiples capas de defensa están en constante prueba y ajuste. La seguridad del sistema no depende de un único elemento, sino del entramado entre ellos, que, operando en conjunto, hacen que el sistema funcione.

Esto no quiere decir que los componentes del sistema no fallen, fallan y mucho, pero las fallas individuales o aisladas no tienen efecto catastrófico, pues el mismo sistema está en capacidad de ajustar, reemplazar, corregir e inclusive prevenir aquello que no es seguro.

Quien es capaz de dirigir sistemas complejos es consciente de que siempre existen fallas latentes, pues sería costosísimo asegurar la perfección de todos sus componentes, el operador del sistema tiene que confiar, por tanto, en que las múltiples capas de defensa van a funcionar.

A pesar de todo ello, en la complejidad la catástrofe siempre está cerca, y puede ocurrir en cualquier momento y en cualquier lugar. Un desastre potencial es parte de la naturaleza del sistema y si se combinan los elementos correctos, lo más probable es que ocurra.

Hago toda esta referencia porque es oportuno entender la guerra como un modelo de complejidad. Ya lo decía Clausewitz: no se puede ir a la guerra sin considerar que todo lo que pueda fallar, falle. De igual manera, el azar es parte del sistema, y en ocasiones funciona en favor de un bando y en contra de otro. De hecho, así fue el invierno de 1941 en Rusia, uno de los más fríos de la historia, mermó notablemente a las tropas nazi que avanzaban sobre Moscú.

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Pero, volviendo a la actualidad, la invasión rusa a Ucrania es necesario observarla en este marco de la complejidad. Lo complejo es en esencia peligroso, porque no puede ser sometido, ni siquiera controlado en un nivel que permita asegurar resultados. Por tanto, no puede parametrizarse en el tiempo, sino en función del cumplimiento de objetivos, algo que tampoco ha estado del todo claro. ¿Qué intenta lograr Putin en Ucrania? o ¿Es que la guerra tiene objetivos más allá de lo territorial, por ejemplo en realción a la disponibilidad de fuentes de energía en Europa?  Al final, toda guerra es de desgaste. Aquel con más capacidad de administrar sus mermas se terminará imponiendo.

El profesional de la seguridad puede aprender muchas lecciones observando la guerra, y entendiendo que la complejidad implícita en ella se parece un poco a las amenazas que enfrentamos en nuestro trabajo cotidiano.

Aquí, elementos como la incertidumbre, los cambios de agenda, el entorno, las decisiones de último minuto y la no linealidad de los acontecimientos de la realidad se parecen mucho a lo que hay detrás de una guerra e implican desgaste, y si bien, en nuestro caso quizás el riesgo no se materialice en vidas, estamos igualmente expuestos a sucumbir ante el peligro.

La próxima vez que usted se vea gerenciando una situación compleja sólo imagine cómo sería si su realidad fuera una guerra…y parafraseando a Foucault, no olvide que la complejidad no es necesariamente mala pero sí muy peligrosa.

@seguritips

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