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Ciudades resilientes

La seguridad de las ciudades depende cada vez más de sus capacidades para adaptarse a los cambios. El súbito poder disruptivo de riesgos que hasta hace poco nos eran desconocidos y la variedad en la que se presentan está provocando que nos reformulemos la forma de gerenciar las ciudades, más aun, cuando estos riesgos llevan en su seno, amenazas hasta cierto punto impredecibles. Esto se comprueba al observar cómo las ciudades del planeta respondieron a la reciente pandemia del COVID-19 o están confrontando los fenómenos climáticos.

De estas amenazas, no podemos apartar otras, como el terrorismo, la conflictividad social creciente o las migraciones en masa.  En la última década  hemos visto como urbes que albergan la vida de millones de personas son sorprendidas por ataques terroristas en el que caen víctimas centenas de inocentes, tormentas de nieve que inmovilizan la actividad de miles de aviones, virus transmitidos por el aire que ponen en riesgo a centenares de miles de ciudadanos y migraciones masivas e incontenibles de refugiados que huyen de conflictos armados, como las que se viven hoy, producto de la guerra en Ucrania. Esto por solo mencionar aquello que hace titulares en la prensa, porque en la rutina diaria de las metrópolis, sus pobladores siguen padeciendo la violencia de bandas criminales, el caos en los servicios públicos y los crecientes déficits ambientales. El tema es que cada caso viene acompañado de muerte, conflicto o desesperación, así como, otros elementos que alejan al individuo de las ventajas en la calidad de vida citadina, a las que alguna vez aspiró.

Pero ¿Cómo pueden las ciudades hacerse más adaptables para afrontar retos de esta magnitud? Y ¿Por dónde empezar? No resulta fácil conseguir respuestas a preguntas de esta naturaleza. Sin embargo, muchos centros poblados en todas partes del mundo están experimentando con opciones muy interesantes que pueden ser las claves para el inicio. Voy a compartirles siete principios que considero relevantes de las ciudades resilientes. (Ver https://resilientcitiesnetwork.org/) No digo que sean las únicas, quizás ustedes conozcan otras y me ayuden a enriquecer este inventario.

Capacidad para entender y analizar sus problemas: son ciudades que aprovechan sus experiencias pasadas y las capitalizan en innovadoras formas para mejorar la vida de sus ciudadanos. New Delhi restringió al máximo la circulación de motocicletas por el gigantesco centro de la ciudad, pues, ellas transportaban delincuentes y atropellaban a los peatones. Para ello, creó corredores viales solo para motos, liberando a la ciudad y los ciudadanos de las amenazas de dos ruedas y devolvió las estrechas calles a los caminantes y mercaderes que tradicionalmente hacen vida en el corazón de la urbe, incentivando, además, el regreso de turistas a la zona.

Ingenio en el uso de recursos: aprovechan todos los recursos disponibles para hacer la ciudad más vivible. Kigali, la capital de Ruanda, caracterizada por el caos y la violencia durante décadas ha entendido que a través de un proceso progresivo de urbanización en zonas marginales densamente pobladas, ha mejorado sensiblemente los indicadores de seguridad de la ciudad. Veredas un poco más amplias e iluminadas, casas refaccionadas y protección a la población más vulnerable son algunas acciones que, con muy pocos recursos, pero mucha imaginación está abriéndose camino en la ciudad. Es tan notorio el cambio que actualmente varias de estas zonas, en el pasado reconocidas por sus altas tasas de criminalidad, hoy son destinos turísticos para extranjeros.

Diseños robustos: se trata del diseño de la infraestructura y los servicios con criterios de durabilidad y resistencia, inclusive en espacios pequeños o en zonas geográficamente complicadas. El pasado año, la Organización Skytrax premió al Aeropuerto El Dorado en Bogotá ( https://eldorado.aero/comunicados/el-dorado-mejor-aeropuerto-de-sudamerica-segun-skytrax) ubicándolo en 2022 como el mejor terminal aéreo de Sur América . Colombia cuenta con una terminal aérea diseñada y desarrollada para impulsar a su capital como un destino seguro, confiable y amable. Grandes espacios, señalización bien pensada y una multiplicidad de servicios, ofrecen al pasajero una instalación pensada para soportar las demandas de los nuevos tiempos y garantía de continuidad operativa.

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Redundancia: las ciudades diseñadas para el futuro duplican sus capacidades para adaptarse a la potencialidad disruptiva del entorno. ¿Por qué hacer una autopista si lo correcto es hacer dos? La redundancia es de por sí, un concepto de seguridad. Por ello, los aviones tienes dos motores y el cuerpo humano tiene dos riñones.

Flexibilidad para la adaptación: amoldarse a las condiciones, mas allá de forzar al entorno a la ciudad, es algo que los urbanistas han aprendido. Las grandes metrópolis son gigantescos seres vivos que, bien manejadas a través de políticas públicas, pueden acomodarse para mostrar su mejor cara y ofrecer más calidad de vida a sus habitantes. Programas como Pico y Placa, vigilancia vecinal o los famosos carpools son ejemplos de adaptabilidad ciudadana frente a lo que no puede someterse.

Compartir e incluir: las fronteras son conceptos del pasado en esta sociedad de la globalización hiperconectada. Si es así, ¿por qué seguir dividiendo los espacios geográficos? Una poderosa característica de las ciudades resilientes es que pueden integrar a la gente en espacios de acuerdo común. Parques, actividades culturales, consultas ciudadanas, el deporte y la recreación son verdaderos integradores sociales. Se ha hecho costumbre en la Plaza los Palos Grandes en Caracas,  que una cantidad importante de personas de los distintos rincones de la ciudad, se concentran los sábados en las mañanas para hacer yoga. Esa mezcla de ciudadanos en las ciudades las hace más activas y facilita la cohesión social.

Integrar para resolver: esto es acercar al ciudadano, la sociedad civil organizada y los gobiernos locales en plataformas para resolver problemas y construir bienestar. En este sentido, las ciudades del mundo están activamente conectándose a través de redes tecnológicas interactivas y aplicaciones  para maximizar la calidad de vida de la gente.  Buenos Aires, por ejemplo, cuenta con una colección de Apps que van desde el turismo y el entretenimiento hasta la realización de gestiones administrativas con el gobierno de la ciudad (https://www.buenosaires.gob.ar/jefaturadegabinete/innovacion/aplicacionesmoviles). Es una muestra espectacular de lo que las ciudades pueden llegar a lograr.

Una ciudad que pretenda construir seguridad no puede pasar por alto estos principios, al contrario, es necesario volver al concepto original: la resiliencia es sobrevivir y prosperar independientemente del reto.

Este texto es una versión actualizada de un artículo publicado previamente bajo el título: Ciudades seguras, ciudades flexibles. 

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