Entre la avalancha de cambios que sucedieron al 2020, la violencia en América no fue la excepción. Países del continente con larga tradición de homicidios vieron reducidas sus cifras, mientras que otros sufrieron olas de conflictividad y violencia traducidas en un incremento significativo en el número de asesinatos.
Las causas del incremento o reducción son múltiples, empezando por el largo confinamiento debido a la pandemia, pero lo significativo en este caso, es que la mayoría de los países del continente americano, reconocido como el más violento del planeta, redujeron o se mantuvieron con variaciones mínimas, respecto a sus tasas de 2019, con la excepción de cuatro naciones: Haití, Ecuador, Chile y Estados Unidos.
Parece evidente en algunos casos como Venezuela, Honduras o Guatemala, donde la mayoría de los homicidios ocurren en la vía pública por enfrentamiento entre grupos criminales, y dado que el año pasado hubo restricciones severas a la libre circulación, proporcionalmente haya ocurrido una reducción importante en los números, sin embargo, en Brasil y México, la data demuestra variaciones mínimas de 1 o 2 puntos porcentuales en relación a 2019, lo que apunta a un tipo de violencia más sistémica instalada en las dinámicas sociales y criminales de estos países.
Pero el objeto de este breve análisis es destacar el incremento extraordinario de la tasa en los cuatro países mencionados. Es clave entender que Ecuador, Chile y Estados Unidos han demostrado tasas de homicidio consistentemente bajas (menores a 10 muertes por cada 100 mil habitantes) en los últimos años, por tanto, pequeñas variaciones se reflejan, en términos relativos como cambios drásticos.
El caso de Haití es igualmente multifactorial, sin embargo, las numerosas bandas armadas que operan impunemente en el territorio, aunado a la inestabilidad política y la incapacidad de las escazas fuerzas del orden público han conducido al país caribeño a una nueva espiral violenta, incluyendo el asesinato del presidente Moses el pasado mes de julio de 2021. La tasa de homicidios en Haití creció de 9,34 a 13 muertes violentas por cada 100 mil habitantes entre 2019 y 2020 (39,19%).
«El país está asediado por bandas armadas que siembran el terror, asesinatos, secuestros, violaciones (…). Puerto Príncipe está sitiado en el sur, el norte y el este. Asistimos a una sociedad cada vez más pasiva mientras el país está asediado», sostiene el informe que describe la situación como de «hegemonía del crimen en Haití». (informe del Centro de Análisis e Investigación en Derechos Humanos CARDH). Tomado de la página BBC Mundo el 7 de julio 2021.
Ecuador, por su parte, vivió un alza en sus cifras de violencia debido al incremento la criminalidad. Los homicidios pasaron de 1188 fallecidos a 1357, entre 2019 y 2020, esto modificó la tasa de homicidios de 6,7 a 7,7 muertes por 100 mil habitantes (14,93%). Si bien, siguen siendo cifras bajas, en comparación con otros países, el cambio es significativo dado el contexto de restricciones de la pandemia.
Con relación a Chile, en 2019 se registraron 744 homicidios, mientras que en 2020 se alcanzó la cifra de 895 fallecidos por la violencia. Esto incrementó la tasa de homicidios de 2,6 a 3,7 muertes por cada 100 mil habitantes. Entre las causas principales están la violencia intrafamiliar, el número de armas de fuego ilegales que circulan por las calles y la mutación a formas más violentas de criminalidad, poco vistas hasta ahora en el país y que, de alguna forma, han dejado a las fuerzas de orden público descolocadas frente al problema.
Los Estados Unidos representan un capítulo aparte en toda esta historia. El pasado 27 de septiembre de 2021, el FBI presentó su reporte anual de violencia en el que se destaca un incremento en los homicidios de un 30 % entre las cifras de 2019 y 2020. La tasa que se había mantenido entre 4 y 5 homicidios por cada 100 mil habitantes durante la última década, en 2020 sufrió un alza hasta los 6,5.
Las causas de este incremento, según reporta el FBI, se deben principalmente a la violencia intrafamiliar, el estrés por el prolongado encierro del pasado año, el aumento en más de un 55% en la venta de armas de fuego, la conflictividad social a partir de la muerte de George Floyd en mayo de 2020, pero sobre todo, a la pérdida de la efectividad policial en la contención del crimen, debido a factores como la perdida de cohesión y moral de la policía, el movimiento defund the police, y la lentitud del sistema de enjuiciamiento criminal por las limitaciones impuestas durante la pandemia.
Lo que resulta muy interesante en este panorama, es que todos los países que mostraron incrementos en sus cifras de violencia homicida atravesaron en el corto plazo cambios políticos de importancia.
Ecuador y Estados Unidos vivieron elecciones presidenciales que voltearon, en ambos casos, el signo político del gobierno en funciones durante el 2020. Mientras tanto, Chile realizó un referéndum nacional para cambiar la constitución del país y el asesinado presidente haitiano había suspendido las elecciones y disuelto el parlamento.
¿Puede ser el cambio de tendencia en las tasas de violencia homicida un indicador de cambio político? Como toda hipótesis en las ciencias sociales, hace falta mucha más investigación para validarlo, sin embargo, para los fines del análisis, en cuanto a la realización de pronósticos de riesgo político, es un indicador indirecto que no debe descartarse.
Más allá de lo obvio, el 2020, con su pandemia, enmascaró muchas realidades y develó otras. La violencia es siempre un indicador de cambio, y este caso así lo demuestra. La clave para el analista de seguridad es aprender a decodificar esos signos y convertirlos en información útil. Son tiempos de grandes retos y muchas lecciones que no deben desaprovecharse.