Modelo seguridad organización altamente confiable

Entender la complejidad para construir seguridad

Una organización es confiable, porque primero que todo, es segura. Sin embargo, y como ya lo hemos discutido en publicaciones anteriores, no es la seguridad de lo estático y predecible la que convertirá a las organizaciones en altamente confiables, es precisamente el mindfulness de la complejidad y el permanente estado de incertidumbre lo que va a dar forma particular al liderazgo, la estructura, la cultura y la estrategia para operar exitosamente frente a los riesgos líquidos.

Reconceptualizar la seguridad para que pueda responder con eficacia, y así generar espacios de certeza como respuesta al ciclo de formación de los riesgos líquidos requiere abordar de forma interdependiente estos cuatro ejes:

  • Liderazgo: capacidad de entender la complejidad y producir cambios para adaptar la organización al entorno
  • Estructura: red de flujos y conexiones sobre la cual se sostiene la organización para el logro de sus propósitos
  • Cultura: consciencia colectiva en torno al riesgo
  • Visión: claridad de objetivos más allá de la incertidumbre

Formar y mantener espacios de certeza será posible si asumimos que la seguridad debe actuar como canal entre un mundo líquido e impredecible y una zona de relativa estabilidad, construida a partir de relaciones lineales de causa – efecto, y que faciliten la proyección de un futuro cercano con algún grado de precisión.

Estas Zonas de Estabilidad serán posibles únicamente porque detrás de ellas tendrá que existir un esfuerzo sostenido de seguridad, con capacidad entender la complejidad, establecer las redes necesarias con consciencia colectiva del riesgo y la claridad de objetivos para sobreponerse a la incertidumbre de los tiempos.

A manera de definición, podemos considerar a las zonas de estabilidad como espacios multidimensionales donde los eventos de la realidad se desenvuelven con normalidad, las reglas prestablecidas funcionan, existe orden y seguridad y el futuro inmediato es relativamente fácil de pronosticar.

En entornos complejos los espacios de estabilidad son excepcionales, aunque puede haber muchos, todo dependerá del esfuerzo para sostenerlos. Entre las zonas de estabilidad y la complejidad del mundo líquido existe una barrera de delimitación denominada línea de la normalidad; es una especie de envoltorio de protección de la estabilidad, y puede ser tan tenue o robusta como lo sea la conciencia de riesgo en la zona.

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Las zonas de estabilidad no son espacios aislados de la complejidad, aunque pueden existir barreras físicas que las delimiten. Se trata más bien de un área en la que existe confianza y sabemos qué esperar del entorno. En algunos casos, estas zonas son más mentales que estructurales y dependen más del orden, la cultura, y el cumplimiento de las normas que de elementos físicos más restrictivos.

Lo que diferencia realmente a las zonas de estabilidad del entorno complejo son las actitudes, aptitudes y cultura de los miembros de la organización. Como lo señalamos cuando nos referimos al mundo de las posibilidades infinitas, la seguridad no es extrínseca al individuo, sino que se genera en él, por tanto, es una seguridad con plena consciencia del riesgo, una seguridad para sí misma.

En estos modelos más dinámicos de la seguridad repensados para entornos de alta complejidad y altos riesgos consideran que dentro las Zonas de Estabilidad conviven amenazas en estados latentes dispuestas a actuar en presencia de condiciones favorables, tal es el caso del llamado terrorismo doméstico, que se alimenta de individuos nacionales radicalizados a través de poderosas redes de adoctrinamiento, activándolos para la comisión de atentados en sus zonas de residencia. Es por ello, que pensar en un “muro fronterizo” como medida de protección podría ser un disuasivo ante algunos flujos migratorios, sin embargo, no son verdaderas barreras de protección frente al poder de los riesgos líquidos.

Sería un atrevimiento de mi parte afirmar que los riesgos líquidos no son mitigables y que, por tanto, estamos obligados a adaptarnos para poder convivir entre ellos. Eventualmente desarrollaremos capacidades y estrategias para dominarlos, y quizás neutralizarlos para hacerlos inocuos. Sin embargo, debemos entender que para llegar al punto de desactivación de los riesgos líquidos el esfuerzo y la inversión más grande no será en infraestructura y tecnología, sino en transformarnos a nosotros mismos.

@seguritips

 

 

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