banner, yes, no-1183407.jpg

Seguridad con criterios

Toda gestión de seguridad exige la definición de criterios.

Un criterio es básicamente una condición que sustenta un juicio de valor o una decisión. Por su carácter subjetivo, puede haber tantos criterios como personas involucradas al momento de emitir un juicio o tomar una decisión. Siendo así, es evidente que los criterios que se establezcan deben responder a algún tipo de lineamiento, regla o guía.  Para calibrar un detector de metales se necesita saber el tamaño del objeto metálico a detectar. Una pistola, un llavero o un proyectil son objetos metálicos que activarán el detector dependiendo de la sensibilidad de sus ajustes.  Si el detector de metales está en la puerta de acceso de una cárcel nos interesa que se active inclusive con un clip para papeles, mientras que si está instalado en la puerta de una oficina se activará con objetos más grandes que un llavero. Más aún, la instalación de un detector de metales también requiere de criterios. Como vemos, los criterios son parámetros que se establecen según el nivel de seguridad o riesgo que previamente definamos.

Debemos tener en cuenta que mientras más exigentes los criterios más costosa será la seguridad. El costo no sólo se paga en dinero, también en comodidad, esfuerzo y tiempo, entre otros. Luego del 11 de septiembre del 2001 la seguridad en los puntos de acceso de los aeropuertos del mundo se hizo más estricta. Esto ha significado más inversión en tecnología, más recursos humanos especialmente capacitados, más tiempo para las revisiones y más molestias para los pasajeros. Sostener el nivel de seguridad al máximo es evidentemente costoso y complicado, por ello, se establecen criterios, pues no todos los aeropuertos son iguales, no todos los pasajeros son los mismos, ni tampoco las rutas o destinos de los vuelos que allí operan.

Establecer criterios de seguridad es, en gran medida, racionalizar la inversión de recursos. Sin embargo, no se puede perder de vista que en la racionalización está presente la posibilidad de hacernos más vulnerables y por ende, de exponernos a más riesgo.

Otro ejemplo de racionalización es la proporcionalidad.  En un centro comercial un criterio para establecer el número de guardias viene dado por el volumen de personas que visitan las instalaciones. Si se conoce que durante los fines de semana incrementa el número de visitantes en un 30%, un criterio sería extender en la misma proporción la cantidad de oficiales. En seguridad estos son criterios de proporcionalidad y están vinculados con el ajuste de los recursos a las dimensiones de los riesgos. Si bien, muchos criterios son de racionalización, existen otros muy importantes asociados con los procesos de seguridad.

De acuerdo con el Modelo Aplicado a los Procesos de Seguridad (MAPS), la normalidad y la criticidad son dos zonas alrededor de las cuales deben establecerse criterios que las definan. La normalidad es la condición que delimita la prevención. Todo aquello que ocurra detrás de la normalidad pertenece al proceso preventivo de la seguridad, de aquí, es fundamental definir lo normal. Supongamos que operamos el puesto de revisión de pasajeros en un aeropuerto. Es normal que las personas activen el detector de metales porque pasaron a través del él con un cinturón o un reloj. El pasajero deberá quitárselos y volver a pasar. Ahora bien, si la persona se niega a quitarse las piezas metálicas o porta un arma que es detectada por el dispositivo, aquello que es rutinario trasciende la línea de la normalidad y se convierte en un incidente que desencadena otros procedimientos.

La normalidad la establece la norma y su objetivo principal es mantener la gestión de seguridad dentro del territorio de la prevención. La norma es en este caso, la instrumentación de criterios de prevención. De la misma forma, existe la criticidad, se trata del límite entre un incidente y la materialización de una pérdida o un siniestro.  Siguiendo con el mismo ejemplo del aeropuerto, será una condición crítica que un pasajero no detectado por los controles previos aborde con un arma y la use para secuestrar una aeronave. El pasajero armado dentro del avión es el límite que establece la línea crítica. El secuestro ya pertenece a la materialización del riesgo. Una vez más, la criticidad es una condición que se define a través de normas.

Usualmente, las condiciones, tanto de normalidad como de criticidad, se establecen de forma general en las políticas de seguridad, en este caso aeroportuarias. Las políticas son los lineamientos desde el más alto nivel de la organización y sirven para orientar la subjetividad de los criterios. Mientras más específicas las políticas, más claros y precisos serán los criterios.

Los criterios evolucionan y se adecuan con los tiempos. En el pasado se podía fumar en los aviones. El criterio de seguridad no consideraba riesgoso que algunos pasajeros encendieran cigarrillos dentro de un avión presurizado y cargado de combustible. Los criterios se orientaban más por el confort y el placer de viajar y no tanto por la seguridad de la aeronave y sus pasajeros. Intente usted hoy encender un cigarrillo dentro de un avión y verá la evolución de la seguridad en plena acción.

Para cualquier Organización, la construcción, instrumentación y actualización de criterios efectivos es una misión compartida entre la Dirección y la Gerencia de Seguridad. Una vez puestos en práctica a través de normas que todos conozcan y entiendan, es cuando realmente puede decirse que la seguridad es tarea y responsabilidad de todos.

@seguritips

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

tres + cinco =