La segurización, un fenómeno cada vez más presente en las sociedades desarrolladas del planeta, está comenzando a dejar su huella en las estructuras sociales de las ciudades. Este concepto se refiere a la proliferación de espacios privados sobre los espacios públicos, lo cual genera un efecto de distanciamiento entre los ciudadanos y, en última instancia, puede romper los vínculos relacionales entre las personas. Aunque pueda parecer contradictorio o inaplicable en Latinoamérica, donde los códigos de espacio interpersonal son prácticamente inexistentes y las ciudades están densamente pobladas, la segurización está más presente de lo que percibimos conscientemente.
Uno de los principales aspectos de la segurización es la proliferación de grandes espacios comerciales, construidos como estructuras cerradas y climatizadas artificialmente. Estos centros comerciales se han convertido en lugares de encuentro y entretenimiento preferidos para muchas personas. Sin embargo, a pesar de ser espacios abiertos al público, se observa una tendencia a la separación, ya que solo aquellos que consumen pueden acceder plenamente a los servicios y comodidades que se ofrecen. Esto crea una barrera invisible entre aquellos que pueden permitirse gastar y aquellos que no, generando una división social y económica cada vez más evidente.
Asimismo, los espacios públicos de contemplación también forman parte de este fenómeno de segurización. Aunque aparentemente abiertos a todos, estos lugares están diseñados de manera que solo puedan ser vistos, pero no utilizados plenamente. Parques con césped que no se puede pisar, esculturas protegidas por vallas y fuentes inaccesibles son ejemplos de cómo los espacios públicos se convierten en meros objetos de observación. Esto no solo limita la interacción y participación de las personas, sino que también refuerza la idea de que ciertos espacios son exclusivos y no están destinados a ser disfrutados por todos.
Además de la configuración física de los espacios, los nuevos modos de interacción social también contribuyen a la segurización. La creciente dependencia de la comunicación virtual y las redes sociales ha alterado la forma en que nos relacionamos con los demás. Las interacciones cara a cara han sido reemplazadas en gran medida por la comunicación a través de pantallas, lo que reduce la necesidad de encuentros y conexiones reales. Esta falta de contacto directo lleva a la desconexión empática y solidaria entre compañeros, debilitando aún más los lazos sociales que nos vinculan como comunidad.
Si bien es cierto que en Latinoamérica los códigos de espacio interpersonal son menos definidos y nuestras ciudades están densamente pobladas, no estamos exentos de la influencia de la segurización. La creciente presencia de espacios privados en detrimento de los espacios públicos, la tendencia a la segregación social en espacios comerciales y la limitación de acceso a lugares de contemplación son manifestaciones claras de este fenómeno en nuestras sociedades.
Para contrarrestar los efectos de la segurización y preservar los vínculos sociales, es necesario promover mayor accesibilidad en los espacios públicos. Es clave fomentar la creación de entornos urbanos que incentiven la interacción y el encuentro entre los ciudadanos. Además, en el marco adecuado de políticas públicas debe ser una condición la participación de organizaciones de la sociedad civil en la planificación y diseño de los espacios públicos. Es importante que los ciudadanos se sientan involucrados y comprometidos en la toma de decisiones que afecten su entorno y se les dé la oportunidad de expresar sus necesidades y deseos en relación con los espacios comunes. Esto ayudará a garantizar que los espacios públicos sean verdaderamente amplios y tolerantes, reflejando así las demandas y aspiraciones de la comunidad.
En este sentido, es esencial promover una cultura de convivencia y solidaridad en el tejido comunitario. Debemos fomentar la importancia de la interacción cara a cara, el respeto mutuo y la colaboración entre los individuos. Esto puede lograrse a través de programas y actividades de participación comunitaria, como eventos culturales, deportivos o sociales que reúnan a las personas y promuevan la construcción de lazos sociales.
Adicionalmente, es necesario repensar y cuestionar el papel de los espacios privados en nuestra sociedad. Si bien no se discute que existan espacios comerciales de acceso restringido, es importante buscar un equilibrio entre estos y los espacios públicos. Los centros comerciales y otros espacios privados deben ser cuidadosos en el diseño y accesibilidad de los espacios, brindando oportunidades para que todas las personas puedan disfrutar de sus instalaciones sin la necesidad de que medie el consumo.
La segurización, caracterizada por la proliferación de espacios privados sobre los espacios públicos, es un fenómeno que está dejando su marca en las sociedades desarrolladas y también en Latinoamérica. A pesar de las diferencias en nuestros códigos de espacio interpersonal y la densidad poblacional de nuestras ciudades, es importante reconocer y abordar esta tendencia. Promover la accesibilidad en los espacios públicos, fomentar la participación ciudadana en su diseño e incentivar una cultura de convivencia y solidaridad son acciones clave para contrarrestar la segurización y fortalecer los vínculos sociales en nuestras comunidades. Solo a través de estos esfuerzos podremos construir sociedades más cohesionadas y equitativas en las que todos puedan participar y sentirse parte activa.