La sociedad del riesgo

La sociología del riesgo

Pudiéramos asumir que todo aquello vinculado con la acción humana y sus interacciones es materia de la sociología.

Inclusive el cambio climático o la aparición de nuevas enfermedades, que hasta hace unas décadas atrás no se asociaban a los haceres sociales, ahora se consideran fenómenos sociológicos porque el hombre ya no es visto como ajeno a la naturaleza, sino que se ha convertido en un agente activo en la modificación del ambiente o en la propagación de pandemias potenciadas por los efectos de la globalización.

El hecho es que el calentamiento del planeta y las enfermedades transmisibles han existido inclusive antes que el ser humano poblara la Tierra, lo que diferencia el análisis es la probabilidad que seamos nosotros los que podamos, de alguna manera, hacer algo para mitigarlo o curvar sus efectos y proveernos así, de un futuro un tanto más seguro, o si por el contrario tengamos la capacidad de empeorar la situación y precipitar una catástrofe.

Visto de esa manera, existe también la posibilidad de que la especie humana con sus acciones del presente pueda modificar el futuro y hacerlo mejor o peor, según el grado de conciencia que tengamos hoy, en tal sentido, nos hemos convertido en unos agentes del riesgo y que ya no sólo se limita a potenciales eventos que puedan cambiar el curso de la vida en la Tierra, sino que al asumir que las decisiones del ahora pueden determinar el futuro, por muy insignificantes que parezcan y pone en nuestros hombros un peso que nos define como sociedad.

Ulrich Beck fue el primero en plantear el riesgo como una categoría que define a la sociedad. En su famoso libro de 1986, la Sociedad del Riesgo, Beck un sociólogo polaco nacido en 1944 y que desarrolló una parte importante de su carrera en el London School of Economics, estableció que la sociedad ya no estaba definida en términos socioeconómicos o culturales, ahora, las sociedades vivían en función de las oportunidades o amenazas derivadas de las estrategias para abordar los riesgos.

Según Beck, en las sociedades industrializadas los conflictos ya no se vinculan con la distribución de la riqueza sino con la distribución de los riesgos. Los individuos hemos dejado atrás los riesgos vinculados con la pobreza y hemos entrado en una clase de riegos ecológicos, provocados por el control de la naturaleza a través del desarrollo tecnológico.

Beck señalaba que los seres humanos habíamos llegado a un punto de desarrollo en el cual habíamos creado riesgos que ya no estábamos en capacidad de contener. Su tesis llegó en un momento muy oportuno, porque fue en 1986 que ocurrió la explosión de la central nuclear de Chernóbil en Ucrania, lo que validó su visión de la responsabilidad de la sociedad sobre su propio futuro.

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En análisis posteriores a la Sociedad del Riesgo y respondiendo de alguna forma a las críticas, Beck desarrolla una teoría más amplia, que la llama modernidad reflexiva, o segunda modernidad. Lo plantea como una evolución (no una revolución, como lo propuso Marx) de la modernidad industrial y que se asienta en tres premisas estructurales:

  • En la modernidad industrial las sociedades están divididas en Estados nacionales que son sus “contenedores” territoriales e institucionales.
  • En general, la modernidad industrial le da valor a lo colectivo y a la estratificación social, y si bien aparece el concepto de lo individual, aun es muy limitado.
  • La modernidad industrial se constituye en sociedades comerciales – capitalistas donde el trabajo remunerado y el pleno empleo se convierte en la máxima aspiración.

Esta primera modernidad supone que la naturaleza es algo externo a la sociedad y que por tanto puede ser explotada sin límite. También considera que la ciencia está enfocada en la dominación de la naturaleza y que son los científicos quienes monopolizan el conocimiento. Se establece, por tanto, una jerarquía que separa a los expertos de los legos. Como último supuesto, la sociedad moderna hace frente a la complejidad del mundo estableciendo una división funcional entre las áreas del conocimiento, por tanto, marca una diferencia muy clara entre economía, ciencia, política, etc.

En contraposición a la primera modernidad surgen las premisas de la modernidad reflexiva que generan un nuevo marco para su propia sociedad. De acuerdo con Beck, esta sociedad reflexiva se asienta en tres teoremas; la sociedad del riesgo, la individualización forzada y la globalización multidimensional.

En este contexto, mi interés principal se centra en la sociedad del riesgo porque es el fundamento en torno el cual desarrollo mi visión sobre los riesgos líquidos. Sin embargo, tanto los fenómenos de individualización como de globalización son esenciales para entender el mundo de lo líquido, basado en la metáfora de Zygmunt Bauman extensamente tratada en sus obras sobre la modernidad líquida.

Bauman fue un sociólogo polaco (1925 – 2017) quien, en su extensa carrera hace un análisis muy lúcido sobre la posmodernidad o modernidad líquida, término que acuña para definir los cambios profundos en el rumbo que ha tomado la sociedad, sus modos de vida y la manera de percibir el mundo. Para Bauman, hemos dejado atrás una modernidad ya antigua o sólida, de verdades inmutables y tiempos predecibles, para caer seducidos por la impermanencia, la mutación, el simulacro, la ausencia de verdad y el fin de los relatos vertebradores. **

La consecuencia de lo líquido ha sido la erosión de los vínculos entre los seres humanos, lo que ha hecho obsoleta la idea de comunidad y de identidad. La metáfora de lo líquido explica las nuevas dinámicas de la sociedad. Son tiempos de relaciones en permanente tránsito, con amores líquidos, arte líquido, cultura líquida, y vigilancia líquida.

Bauman, en relación con el individualismo es casi un nostálgico de una modernidad que ya no volverá. Considera una debilidad la perdida de los vínculos entre los individuos. En un escenario de lo líquido, de flujo rápido e impredecible, necesitamos, según su pensamiento, más que nunca lazos firmes y fiables de amistad y confianza mutua.

La expansión de las fronteras tras la globalización esconde una zona gris de ambivalencias, convirtiendo al planeta, de acuerdo con Bauman en “un archipiélago de diásporas”. Son nuevas migraciones con una gran interrogante sobre el vínculo entre identidad y ciudadanía, entre el individuo y el espacio. La tecnología, por su parte, contribuye a este sistema de exclusiones mutuas de las sociedades que mientras se conectan en redes sociales, se descosen en sus relaciones personales.

Bajo esta rápida panorámica, el riesgo ya no puede ser considerado como un fenómeno extrínseco a la sociedad, sino que se ha convertido en el precio que debe pagarse para poder evolucionar de una modernidad tradicional a una más avanzada. El riesgo es el trade off necesario que obliga a ceder una posición para lograr otra que se asume como más ventajosa.

Nos hemos transformado así en la sociedad del riesgo, porque de alguna manera el riesgo es inherente a la dinámica social de esto tiempos. Ya sea desde el hacer o desde el comunicar, es la moneda común que tasa a unos individuos sobre otros. Quien corre más riesgos se coloca la zona de mayor incertidumbre, pero también de mayor profit, por eso el riesgo termina siendo tan adictivo.

Ya no es sólo el terrorismo un fenómeno global que explota las ventajas de este mundo líquido, ahora, los riesgos líquidos también se materializan en la polarización de la política internacional y doméstica, el surgimiento de liderazgos a partir de las redes sociales, el desarrollo de herramientas vinculadas con el big data y la Inteligencia Artificial y la difusión de verdades alternativas desde medios con alto poder de penetración, sólo por mencionar algunos.

Todo esto configura una realidad que desde hace algún tiempo dejó de ser estática y ahora se vive como un fluido que nos atraviesa sin detenerse a esperarnos, en un aparente encanto ante el cual no podemos resistirnos, pero que encierra el mayor de los peligros; nos hemos convertido en agentes de riesgos omnipresentes sobre los que no tenemos control alguno.

1 comentario en “La sociología del riesgo”

  1. Interesante aporte estimado Alberto y muy acertado en estos tiempos. Llama mi atención la frase: «…nos hemos convertido en unos agentes del riesgo…»
    Los efectos de la globalización han desempolvado el concepto de #seguridadhumana lo cual nos permite encontrar las estrategias apropiadas para atender las necesidades de la humanidad, en un mundo altamente interconectado y con la irrupción incesante de multiples riesgos emergentes.
    Es tarea fundamental de los profesionales en gestión de riesgos, continuar preparándonos para potenciar la resilencia en nuestro entorno personal y profesional.

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