La aceleración tecnológica y la licuefacción de los límites

Edgar Morin en su obra Introducción al pensamiento complejo señala que las amenazas más graves que enfrenta la humanidad están ligadas al progreso ciego e incontrolado del conocimiento.
No tanto, porque exista inconciencia en el avance de la ciencia o la tecnología, sino por la forma “mutilante” con la que se organiza el conocimiento, incapaz de reconocer y englobar la complejidad de lo real.
Hoy queda claro que el problema tampoco es la disponibilidad ni el rápido acceso a los datos. La física de los semiconductores ha hecho que los costos de guardar información tiendan a cero, mientras que la velocidad de los microprocesadores se incremente a un ritmo geométrico.
Morin se refiere más bien a la selección y jerarquización de datos que se consideran significativos sobre otros que se asumen como secundarios, dejando por fuera grandes cantidades de información no interpretada y por tanto desechada o suspendida esperando una búsqueda bajo otros criterios.
Lo que resulta relevante es que frente a esta “explosión” en las capacidades de procesamiento y almacenamiento los algoritmos cada vez más sofisticados de la Inteligencia Artificial y el Deep Learning han comenzado a descubrir infinitas correlaciones en datos que hasta hace muy poco sucumbían en el olvido.
Sin embargo, vale decir que todo este poder es insuficiente si se carece de una habilidad adicional; la comprensión y síntesis que contengan algún significado para interpretar a esa misma realidad. Todavía la tesis de Morin sigue vigente, la aceleración de lo complejo se incrementa y la brecha entre el entendimiento humano y la realidad de “verdad” se ensancha.
Es una expansión sin precedentes en la historia y pareciera que progresivamente lo va cubriendo todo. Son tantas las opciones que se abren con cada nuevo impulso tecnológico que no existe manera de contener o clasificar la cantidad de datos con el mismo ritmo que se genera. Tal diversidad está produciendo una tendencia en el mundo interconectado, se trata de burbujas de información en las que conviven sólo fanáticos del conocimiento altamente especializado.
Si usted es aficionado a las cámaras fotográficas de los años 60s del siglo XX, puede conseguir en la web unas 15 millones de personas con sus mismos gustos casi en cualquier lugar del mundo, quienes tienen foros, ventas en línea y cursos de fotografía las 24 horas del día. Entre todos han construido una comunidad más grande y activa que muchos países, en la que interactúan en ciclos de realimentación permanente, lo que los hace más especializados aún. Las curvas de aprendizaje se han hecho más cortas y más empinadas debido a este tipo de dinámicas aceleradas de la información y el conocimiento.
El problema surge cuando comunidades similares se constituyen alrededor de la innovación en el terrorismo, la explotación sexual de niños o sectas de supremacía racial. No podemos obviar que las tecnologías son habilitadoras de los potenciales del individuo y si no se establecen reglas y controles terminarán consiguiendo terrenos fértiles y lucrativos en las redes oscuras del delito. Si bien esto no es nuevo ni debe extrañarnos, lo que sí constituye un riesgo es la aceleración de la brecha entre las capacidades que tienen los criminales de producir daño y la respuesta de las fuerzas de la ley para neutralizarlas.
Las ventajas tecnológicas no solo potencian a delincuentes que operan aislados detrás de barreras informáticas que los invisibilizan, también regímenes autoritarios se aprovechan de múltiples herramientas para escuchar e intervenir comunicaciones, producir noticias falsas con alto poder de difusión y realizan bloqueos selectivos de internet para la censura de medios críticos a las acciones de estos gobiernos.
El poder de estas nuevas amenazas ya no sólo está en el anonimato, sus capacidades se han expandido en las mismas proporciones de la tecnología, además cuentan con algunas ventajas adicionales como el uso común de criptomonedas para el financiamiento y globalización de sus actividades.
Vemos que en el mismo gran mercado de la complejidad acelerada por la tecnología se abastecen toda clase de amenazas sin mayores distinciones entre lo que representa un beneficio o un peligro. Esta licuefacción de los límites es en sí misma la caracterización del riego líquido. Se trata de una realidad construida sobre la adicción al cambio, difícil de definir o contener, pero de efectos devastadores.
@seguritips

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