Pareciera existir un consenso sobre el entendimiento de la realidad actual en la cual el caos no es una zona oculta y apartada que intentamos evitar, sino que, por el contrario, se impone como condición de default del universo, y que el orden está reducido a raras islas en medio de la entropía, donde la seguridad tiene una función vital. Bajo esta perspectiva, las leyes del caos han servido para explicar muchos fenómenos, tanto regulares como emergentes, en los que las leyes del orden se han quedado sin respuestas.
Estas leyes del caos comienzan por comprender en profundidad de qué se trata la complejidad. Si bien no voy a entrar en razonamientos matemáticos, es necesario dejar por sentado que lo complejo es en esencia, el producto de múltiples y espontáneas interacciones entre un gran número de variables que operan dentro un sistema, que de alguna manera se autoorganizan y logran sobrevivir mediante la adaptación continua al entorno cambiante. Uno de los aspectos clave no sólo para sobrevivir sino para tener éxito en la complejidad es la capacidad que tengan individuos y organizaciones de coordinar con otras variables del sistema, a fin de interactuar sinérgicamente frente a la incertidumbre.
La supervivencia en medio del caos comienza por un acuerdo mínimo que permita converger en torno a intereses comunes. En la medida que estos acuerdos comienzan a funcionar y crecer surge un juego de coordinación entre actores, lo que significa la fundación inicial para que emerja una estructura de orden. En términos simples, el juego de coordinación permite que los participantes obtengan mejores resultados cuando sus acciones se alinean hacia los mismos intereses.
Este concepto básico pero determinante es también la piedra fundacional de la seguridad en las organizaciones complejas. Existe un interés compartido general entre los miembros de una sociedad para proveer condiciones mínimas para la supervivencia de la vida, es decir, un código (en ocasiones tácito) para la protección ante amenazas que, si es cumplido por la mayoría, habrá estabilidad suficiente para desarrollarse.
Un ejemplo es la ley de tránsito que establece el manejo por la derecha. Si todos la asumimos, aunque no hayamos leído la ley, reduciremos al mínimo las colisiones. Es un acuerdo general de seguridad para la supervivencia que sirve para autoorganizarnos. En la medida que las sociedades crecen en número de actores, los juegos de coordinación deben crecer, tanto en cantidad como en complejidad, si esto no ocurre, se desdibujan en medio del caos, o dicho en términos de las ciencias de lo complejo; se rompe el contorno de la estabilidad necesaria para reducir la incertidumbre.
Los juegos de coordinación son, por lo general, muy frágiles y se rompen con facilidad, de allí la importancia de la seguridad para mantener ese equilibrio dinámico permanente. Si usted permite que uno que otro vehículo circule por la izquierda y no lo evita multándolo, no sólo va a generar accidentes, sino que se va a romper la coordinación y se disolverá la sinergia. Por ello, cuando desde posiciones de liderazgo, se envían mensajes contradictorios a la preservación de la sinergia del sistema, se quiebra de inmediato el juego de coordinación.
Para la seguridad, además, los juegos de coordinación son claves para construir cultura de prevención. Si en la organización los individuos convergen hacia intereses comunes, la gente aceptará las normas con naturalidad, pues les resultan positivas y facilitarán la convivencia sin que medie demasiado convencimiento. Es por ello que la seguridad necesita entramarse en los procesos de las organizaciones y no ir a contrapelo, a fin de lograr sus objetivos, que en sentido general son los mismos para todos. Esto no elimina, sin embargo, la necesidad de sancionar oportuna y asertivamente a quien rete la convergencia de la mayoría. La sanción deberá cumplir, por tanto, una doble función; por un lado, corregir a aquellos que no asimilan la autoorganización, ya que se ponen en peligro a ellos y otros miembros del sistema, y por el otro, desincentivar las acciones que pongan en riesgo el frágil equilibrio del orden.
En un mundo donde la complejidad y la incertidumbre son la norma, al liderazgo en seguridad le corresponde adoptar visiones innovadoras frente a la realidad. Los juegos de coordinación ofrecen una estrategia interesante para abordar la complejidad, al facilitar la colaboración sinérgica entre las fuerzas interconectadas y convergentes en los objetivos comunes.
Excelente artículo. Totalmente de acuerdo que la supervivencia en medio del caos comienza por un acuerdo mínimo que permita converger en torno a intereses comunes.