El primero artículo que escribí sobre seguridad se llamó Seguridad basada en valores, y salió publicado en El Nacional Web, de Caracas en 2014. Desde entonces, es un tema que ha estado presente con alguna frecuencia en mis reflexiones sobre la gestión de riesgos. En estas líneas, analizaré la importancia de actuar éticamente en la gestión de la seguridad y cómo los valores organizacionales pueden influir en la toma de decisiones y en el logro de resultados sostenibles.
Gerenciar la seguridad en una organización es una función crítica que busca proteger los activos, tanto físicos como intangibles. No podemos perder de vista que, la manera en que se lleva a cabo esta tarea es tan crítica como su función. De allí que, actuar apegado a principios éticos y valores empresariales implica no solo cumplir con las obligaciones legales y regulatorias, además exige al líder un desempeño responsable, íntegro y transparente. En tal sentido, el gerente de seguridad puede inspirar a la organización y su cultura, la rectitud indispensable para el éxito, sobre todo en tiempos complejos, en los cuales las fronteras entre lo correcto y lo incorrecto se han hecho más delgadas y borrosas.
La ética ocupa una posición clave en la gerencia de seguridad, ya que proporciona el marco de rectitud y los principios que guían las acciones de los profesionales en este campo. La ética en la seguridad implica el respeto por los derechos humanos, la integridad, la confidencialidad, la confianza y la responsabilidad. Estos valores se traducen en la toma de decisiones informadas y justas, evitando prácticas corruptas o irresponsables que puedan comprometer la seguridad de la organización y sus miembros.
Actuar éticamente en la gestión de la seguridad tiene múltiples beneficios. En primer lugar, fomenta la confianza tanto interna como externamente. Los colaboradores se sienten más comprometidos y motivados al trabajar en una organización que valora la ética y los principios empresariales. Además, actuar con integridad mejora la reputación de la organización y fortalece las relaciones con los clientes, proveedores y otras partes interesadas.
Los valores empresariales son los principios que guían el comportamiento y las decisiones de una organización. En el ámbito de la seguridad, estos valores ayudan a establecer directrices claras sobre cómo abordar los desafíos éticos que pueden surgir. Por ejemplo, si un valor empresarial es la transparencia, la organización se comprometerá a informar adecuadamente sobre los riesgos de seguridad y a tomar medidas para mitigarlos de manera justa y equitativa. Al actuar en línea con los valores empresariales, los gerentes de seguridad pueden garantizar que sus decisiones estén alineadas con los objetivos y la cultura de la organización.
Un ejemplo de ética empresarial que siempre me gusta resaltar es lo que en inglés se llama recall (retiro). Se refiere a sacar del mercado productos que no cumplen con la promesa de calidad o seguridad que las organizaciones le deben a sus clientes. Recientemente, recibí una carta del fabricante de mi vehículo, notificándome que en los próximos días debía ir a un concesionario autorizado a cambiar las llaves de mi carro, pues se había comprobado un defecto que hacía que la llave accidentalmente se saliera del switch de encendido, provocando que el carro se apagara repentinamente. Compré este vehículo hace más de cuatro años y la falla ocurre en uno de cada 300 carros. A pesar de ello, el fabricante está primero que todo obligado éticamente a cambiar la llave según su propio código y luego tiene implicaciones legales en caso de que no lo haga.
Pero en un sentido más general existen diversas prácticas éticas que los gerentes de seguridad pueden implementar para hacer sentir los valores empresariales. Algunos ejemplos incluyen: mantener la confidencialidad de la información sensible, implementar políticas de protección de datos y privacidad, garantizar la seguridad laboral de los empleados, realizar evaluaciones periódicas de riesgos y tomar medidas preventivas, fomentar la capacitación y concientización en seguridad para todo el personal, establecer canales de comunicación abiertos y confidenciales para informar sobre posibles violaciones de seguridad, y colaborar con las autoridades en la prevención y detección de delitos.
La gestión de la seguridad basada en la ética y los valores empresariales no solo promueve el bienestar y la seguridad de la organización y su personal, sino que también contribuye a resultados sostenibles a largo plazo. Al actuar éticamente, se construye una reputación sólida y se fortalecen las relaciones con las partes interesadas, lo que va a generar oportunidades de negocio y facilitar la colaboración con otros actores del sector. Además, una gestión ética de la seguridad ayuda a prevenir costos asociados con incidentes de seguridad, como robos, daños a la propiedad, pérdida de datos confidenciales y daños reputacionales.
Un segundo aspecto vinculado con la actuación ética del líder de seguridad tiene que ver con su capacidad de inspirar a la organización en la rectitud de sus actuaciones. En tal sentido, el gerente de seguridad tendrá que ser un modelo en términos de ética y valores empresariales. Esto implica actuar con integridad, transparencia y responsabilidad en las decisiones y acciones que se decidan acometer. Al ser coherente entre lo que se dice y se hace, el gerente de seguridad crea confianza y motiva a los demás a seguir su ejemplo.
Otra dimensión de la ética en acción es comunicar y educar. Este es un terreno muy amplio para que el líder de seguridad exprese de manera clara y efectiva los valores éticos y los estándares esperados en relación con la seguridad. Aquí se trata de hacer ver cómo las acciones éticas impactan positivamente a la organización y a los individuos. Además, es importante brindar capacitación y recursos para que todos los miembros de la organización comprendan la importancia de actuar éticamente, no sólo en el ámbito de la seguridad, sino en el desempeño diario de las tareas que corresponden desarrollar.
Como sabemos, una de las bases sobre las que se asienta la seguridad es el cuerpo de políticas, normas y procedimientos de la organización. En este dominio, el gerente de seguridad debe colaborar con otros líderes de la organización para establecer reglas que promuevan la ética y los valores en la gestión. Esto puede incluir la implementación de códigos de conducta, la demarcación de responsabilidades de cada colaborador y la creación de canales de comunicación seguros y confidenciales para informar sobre posibles violaciones a la ética organizacional.
Una organización que fomente un ambiente y una cultura de ética le resultará más fácil y grato estimular a los colaboradores a expresar sus preocupaciones en torno a determinadas conductas, inclusive, reconociendo y recompensando los comportamientos alineados con los valores y corrigiendo de manera adecuada las conductas incorrectas.
Como complemento a una cultura de ética en acción se va a requerir el establecimiento de mecanismos de evaluación y monitoreo para asegurar el cumplimiento ético en la gestión. Para lograrlo, deberán realizarse revisiones periódicas, analizar los resultados y tomar medidas correctivas cuando sea necesario. Al demostrar un compromiso continuo con la ética, el gerente de seguridad refuerza la importancia de actuar de manera recta y apegada a los valores de la organización.
La gerencia de seguridad desafía a los profesionales a mantener un compromiso entre la protección de los activos y el cumplimiento de principios éticos y valores empresariales. Actuar apegado a la ética en este ámbito es esencial para construir una cultura de integridad, transparencia y responsabilidad en toda la organización. Los beneficios de una gestión ética de la seguridad se traducen en la confianza de los colaboradores, la reputación positiva y resultados sostenibles a largo plazo. Al abordar los retos éticos de manera proactiva y actuar en línea con los valores empresariales, los líderes de seguridad serán un factor irremplazable en el éxito de la organización.