Cuando escuché por primera vez el término “Seguridad Humana” me pareció una expresión de una redundancia innecesaria. ¿Es que acaso, toda seguridad, al final no es humana? Más adelante entendí mejor de que se trataba, y si bien es una manera de abordar la seguridad que pudiera ser cuestionable desde la perspectiva de su efectividad, pienso que es una visión válida para construir en el tiempo soluciones profundas y duraderas que puedan cambiar irreversiblemente las condiciones de violencia e inseguridad sistémicas, que hoy tanto nos pesan en nuestra región.
La seguridad humana es una aproximación para mejorar la calidad de vida de las comunidades, centrada en la protección y el bienestar de las personas, en lugar de simplemente en la seguridad del Estado o de las instituciones. Se trata de un marco amplio de trabajo que se originó en las Naciones Unidas en la década de 1990 y que ha sido adoptado por gobiernos, organizaciones internacionales y la sociedad civil.
Este concepto se basa en la idea de que todas las personas tienen derecho a vivir en un entorno seguro y protegido, con acceso a las necesidades básicas como la alimentación, el agua potable, la atención médica, la educación y el empleo. Esto implica no sólo proteger a las personas de la violencia y los conflictos armados, sino también abordar otras amenazas a la como la pobreza, la inequidad, la falta de oportunidades y los desastres naturales. En esencia, se trata de promover el bienestar y desarrollo en múltiples dimensiones incluyendo la seguridad ciudadana, la seguridad económica, la seguridad alimentaria, la seguridad sanitaria y la seguridad ambiental.
En la práctica de más de tres décadas se han intentado varias estrategias para implementar proyectos de seguridad humana, no todas con éxito, debido a la complejidad de los problemas que se enfrentan y a las dificultades en entornos de alta conflictividad. La seguridad humana ha utilizado distintos ejes de acción, quizás el más frecuente es el de los derechos humanos, pero existen otros, tales como; centrarse en las necesidades la gente, el involucramiento directo de las comunidades y el uso de data demográfica o análisis estadístico para desarrollar soluciones.
Hoy, luego de toda la experiencia acumulada, la aproximación a la seguridad humana es integrada, lo que implica abordar las diferentes dimensiones de la seguridad de manera más coordinada y coherente. Sin embargo, la metodología utilizada dependerá del contexto específico del proyecto y de las necesidades y capacidades de las comunidades involucradas.
Los defensores de la seguridad humana la consideran una estrategia efectiva para reducir la violencia en los países, especialmente cuando se aborda de manera integral, en especial, incentivando la participación de las comunidades en la identificación de las amenazas y en la búsqueda de soluciones, lo que aumenta la confianza y la cooperación entre las partes interesadas y fomenta la construcción de la paz.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la implementación de proyectos de seguridad humana puede ser un proceso complejo y de largo plazo, que además de recursos económicos y humanos especializados, implica la colaboración entre diferentes actores, incluyendo gobiernos, sociedad civil y organizaciones internacionales.
En mi experiencia personal he participado en un par de proyectos en América Latina diseñados bajo estrategias de seguridad humana; uno en Ecuador, relacionado con la recuperación del centro histórico de Quito, auspiciado por la UNESCO, y que en mi opinión ha sido exitoso, aunque con algunos reveses, en cuanto a la seguridad ciudadana en los últimos tiempos; y otro en Ciudad México, en temas de cohesión social, reducción de violencia y autogestión comunitaria en zonas urbanas socioeconómicamente deprimidas. Este último, bastante complejo y con resultados más bien mixtos, en momentos en los cuales se intentó que las comunidades asumieran con mayor autonomía la gestión de sus conflictos.
Es posible que aun sea pronto para “juzgar” a la seguridad humana como aproximación efectiva para el bienestar y la calidad de vida; sin embargo, no podemos perder el sentido que los problemas complejos no tienen soluciones únicas, simples o fáciles, y la seguridad es una muestra clara de ello. He visto que, frente a grandes desafíos, es tan importante la estrategia como la solución, es más, en muchos casos, la estrategia ES la solución.