Diplomacia nuclear

Los totalitarismos contemporáneos saben poner a la política exterior de los Estados Unidos en grandes dilemas. O cómo lo resumió el entonces presidente de Francia, Nicolás Sarkozy en 2007: la mejor manera de evitar que Irán nos bombardee o que tengamos que bombardear a Irán es ir a un acuerdo para el desarrollo de un programa nuclear.

Pero hoy, esto es historia. En mayo de 2018, Donald Trump retiró a los Estados Unidos del acuerdo, conocido como el Iran Deal, o el JCPOA (Joint Comprehensive Plan of Action) por sus siglas en inglés. En ese entonces, el presidente acusó a la comunidad internacional de hacerle el juego a Irán, pues “todos sabían que nunca dejarían de enriquecer uranio” ni permitirían que la Agencia Internacional de Energía Atómica hiciera las inspecciones necesarias para medir los avances del programa. Lo que sí ocurrió fue que, con la firma del acuerdo, se liberaron 1.2 millardos de dólares que los iraníes tenían bloqueados debido a sanciones, y que como lo denunció el propio Trump, fueron invertidos en desarrollar la bomba.

Ahora, con Biden en el poder y el mismo equipo que negoció el acuerdo en tiempos de Obama, los norteamericanos han intentado volver a la mesa de negociación, sin embargo, las perspectivas para restablecer el acuerdo son oscuras.

El Irán de 2015, se parece poco al de 2021. Los iraníes nunca dejaron de avanzar en el desarrollo del programa nuclear, según afirman varios observadores y Think Tanks dedicados al tema. Existen evidencias que el país islámico ya ha llegado a la fase de convertir uranio enriquecido gaseoso a uranio metálico que es cómo se utiliza en la fabricación de bombas. Según expertos, podrían tener una bomba nuclear en muy pocos meses. Aunque aún, pareciera que Irán no cuenta con misiles balísticos con aplicaciones nucleares, pero es sólo cuestión de máximo dos años en tenerlos, si no decide adquirirlos en el mercado internacional.

Por otro lado, ahora Irán señala a los Estados Unidos de “poco confiable” porque en 2018 se retiró del acuerdo y hasta ahora, no ha querido retomar de manera directa las negociaciones, se ha limitado a hablar a través de sus aliados rusos y chinos.

Mientras todo esto ocurre, Israel, se presume ha actuado, aunque con denegación plausible, eliminando al científico líder del programa nuclear iraní, Mohsen Fakhrizadeh, en noviembre de 2020, a través de un asesinato selectivo llevado a cabo en Teherán.

No queda duda que los israelíes tienen razones de peso para descolocar el programa nuclear iraní, y así como los líderes religiosos del país islámico no se han detenido en afirmar que Israel debe ser borrado de la faz de la Tierra, los judíos han expresado su voluntad de hacer todo lo necesario para detener o retardar las intenciones de Irán.

Por lo pronto, el gobierno de Jerusalén no se ha opuesto a que Estados Unidos retome las conversaciones con Irán, sin embargo, varios dentro del país opinan que hace falta un Plan B, en caso de que los acuerdos no se concreten.

Mientras tanto, en la reunión del JCPOA celebrada el 27 de diciembre en Viena, fue poco lo que se avanzó. La actitud “maximalista” de Irán como fue calificada por Francia, le ha rendido frutos. Los iraníes sólo aceptan retomar las reglas del acuerdo si primero se les libera de las sanciones que Estados Unidos les ha impuesto. De lo contrario seguirán desarrollando su proyecto nuclear con “fines pacíficos” como lo han declarado y para usos energéticos, pero el planeta entero sabe que Irán miente, y se teme que una nueva bomba atómica en poder de una teocracia totalitaria no haría al mundo más seguro.

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