Cuando la “verdad” se convierte en amenaza

No todas las amenazas tienen rostro, son tecnológicas o provienen de la naturaleza. Recientemente se ha etiquetado como verdad alternativa a las versiones deformadas de los hechos objetivos de la realidad y que por lo general buscan esconder o disfrazar mentiras.

Las verdades alternativas vistas como amenazas sofisticadas están bien construidas, toman hechos concretos y probados para elaborar argumentos altamente convincentes, orientados a mover la opinión pública en la dirección de objetivos usualmente oscuros o tendenciosos.

La dificultad principal para neutralizar a una verdad alternativa radica en que su origen es el poder. Son argumentos falaces que echan mano de complejas estructuras como medios de comunicación, prestigiosos personajes y cuantiosos presupuestos para sostenerse. Pero ¿Cuál es el interés de impulsar y mantener historias falsas? Y ¿Qué se gana con ello?

El propósito es esencialmente político – económico. Para visualizarlo debe comprenderse cómo opera el mundo globalizado y cuál es el valor de la información en el proceso de toma de decisiones de alto nivel. La verdad alternativa no pretende ser una profecía que de tanto propagarse termina autorealizándose, se trata de la construcción de una narrativa paralela, que se sujeta a la realidad sólo a través de hechos puntuales y se promociona como una verdad irrefutable a través de múltiples vías, aunque las evidencias demuestren lo contrario.

Para la seguridad las verdades paralelas se vienen convirtiendo en una fuente permanente de generación de nuevas amenazas. Desde rumores desestabilizadores que se propagan por redes sociales hasta plataformas internacionales de comunicación, dedicadas a producir información falsa, que, al ser presentada en un formato creíble, obliga a invertir recursos y distrae a las organizaciones de sus objetivos.

A manera de ejemplo les invito a sintonizar el canal ruso en español RT, dedicado a producir y diseminar cantidades de información sobre operaciones militares, conflictos mundiales y teorías conspiratorias. Todo, obedece a la estrategia integral de contrainteligencia del régimen para desviar o centrar la atención global en asuntos que terminan siendo falsos. 

Grandes y pequeñas corporaciones no tienen defensas frente a este tipo de amenazas, es más, ni siquiera están en el radar para ser detectadas. Si bien, las naciones cuentan con aparatos de inteligencia, los datos que en ellos se procesan son raramente compartidos, por tanto, esta información no permea a las capas civiles o privadas, dejando igualmente vulnerables a amplios sectores productivos.

Organizacionalmente resulta complicado decidir quién dirige un sistema de inteligencia corporativa orientado a la identificación temprana de potenciales amenazas, entre ellas a las verdades alternativas. En este sentido, los departamentos de seguridad deben ampliar su radio de acción e incorporar analistas de información en sus procesos de planificación y prevención.

Recientemente visité una gran empresa de explotación minera en varias partes del mundo. Me sorprendió conocer en el equipo de seguridad a un especialista dedicado a las relaciones internacionales, cuando le pregunté qué hacía allí me respondió: – cada vez que el presidente Trump habla o escribe en las redes sociales, le cuesta millones a esta industria, soy el primer filtro para validar si lo que dice son mentiras verdaderas…

@seguritips

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