Comunidades. Convivencia condición para la seguridad

Convivencia, condición indispensable para la seguridad ciudadana

La certeza es sinónimo de seguridad. A mayor grado de «verdad» tenga la realidad que nos rodea, mejor será nuestra percepción de la seguridad. Un gobernante que cumple con lo que promete genera certezas, por tanto, contribuye con la estabilidad y la tranquilidad de la comunidad a la que sirve.

De igual manera, los ciudadanos que respetan las leyes se hacen más confiables unos a otros, lo que facilita las relaciones entre ellos, creando a su vez, vínculos más estrechos de integración y seguridad. Lo interesante es que este proceso de cohesión social genera a su vez, la percepción de vivir más protegidos. Las sociedades basadas en certezas se desarrollan más rápidamente y sus niveles de vida son superiores a aquellas que viven en la incertidumbre.

Resulta evidente que, no sólo en América Latina sino en el mundo, vivimos tiempos de creciente incertidumbre y por tanto, de una inseguridad muy particular, pues no depende exclusivamente de las amenazas del entorno, sino de ansiedad interna derivada de la impredecibilidad sobre el futuro inmediato. Al no saber a qué atenernos cualquier realidad es posible.

Por otro lado, está la convivencia como una condición indispensable para la seguridad. Resulta muy complicado construir seguridad ciudadana si previamente no está presente la posibilidad de tejer vínculos basados en intereses comunes, siendo el futuro uno de los espacios donde se debería confluir en comunidad. Sin embargo, la incertidumbre tiene el poder de disolver las visiones compartidas del porvenir, que aunada a la polarización política, no hace viable la tolerancia necesaria en la sociedad para facilitar niveles mínimos de convivencia. Se parece a una escalera de tres peldaños: tolerancia-convivencia-seguridad.

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De este razonamiento es fácil deducir que en las sociedades divididas no es posible construir una verdadera seguridad de los ciudadanos, y en muchos casos se termina instalando una pax criminal cimentada en el miedo o la represión.  En este sentido, el liderazgo político y social de nuestros países deben trabajar activa y urgentemente el reencuentro de sus ciudadanos. No podemos pensar en convivencia si ni siquiera somos capaces de oírnos. La convivencia, así como es indispensable para la seguridad en la base de la sociedad, también lo es en los niveles de mando del Estado. Buena parte de la inviabilidad del modelo está en la negación del otro, pues, resulta imposible convivir si antes no podemos tolerar.

Tampoco podemos dejar de lado la brecha de desigualdad social y económica que nos separa cada vez en proporciones más abismales. Esto, en conjunto con la ruptura institucional y la corrupción, son medios de cultivo el crecimiento y la organización del delito. No es de extrañar, por tanto, que las comunidades sometidas a la incertidumbre generada por el control territorial del hampa, obligue a las familias a encerrarse en los pocos metros cuadrados de sus viviendas, alejando aún más las posibilidades de convivencia que deberían brindar los espacios urbanos.

En mi trabajo como consultor con frecuencia me preguntan qué hacer para mejorar nuestros indicadores de seguridad. La respuesta sin lugar a dudas empieza por la construcción de una sociedad de certezas que aprenda progresivamente a tolerarse para convivir.

La seguridad, además de ser un sistema de protección frente a amenazas, es, a fin de cuentas, una expresión de la tranquilidad que los ciudadanos necesitamos para poder dar lo mejor de nosotros mismos.

@seguritips

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