El futuro no pasa por casualidad. Lo que será y eventualmente ocurrirá en algunos ámbitos de la vida está hoy en la mente y los proyectos de millones de seres humanos. No me refiero aquí por supuesto, a los fenómenos de la naturaleza o eventos producto del azar, sino a las fuerzas que van a modelar nuestras formas de vivir, estudiar y ganarnos la vida en los próximos años, que ya están siendo creadas, y llegado el momento, surgirán como han surgido otras en el pasado.
En el libro Riesgos Líquidos me referí en el capítulo sobre los Futurólogos del Presente a este tema: “Con la adicción al cambio, a la seguridad también se le están borrando sus referencias, pues muchas de ellas eran producto de la experiencia pasada, por tanto, ha llegado el momento de comenzar a buscar respuestas, por paradójico que parezca, en el futuro”.
En tal sentido, pienso que vale la pena reflexionar sobre cómo será el futuro de la seguridad, y que en buena medida estará conectado con las amenazas que emergerán de las nuevas tecnologías y modos de vida que nos trae la dinámica acelerada y compleja en la que hemos entrado, y frente a la cual ya no hay opciones de volver atrás. Para escribir las líneas que siguen le pedí ayuda a un par de herramientas de Inteligencia Artificial, con el fin de dilucidar de qué va el futuro de la seguridad. Aquí el texto editado por mí.
En primer lugar, me voy a referir al laberinto de la realidad digital. El lenguaje de los bits cada día se apropia más de cada aspecto de nuestras vidas y, con ello está surgiendo una nueva dimensión de amenazas y desafíos. La ciberseguridad tendrá que evolucionar hacia una inteligencia de defensa autónoma, donde algoritmos avanzados y sistemas de aprendizaje automático deberán identificar y neutralizar amenazas en tiempo real. Las «ciudades inteligentes» serán fortalezas digitales, con sistemas operativos interconectados y seguros que deberán defender continua y activamente a la infraestructura y a los ciudadanos contra ataques cibernéticos.
En la próxima década, el dilema Privacidad – Transparencia será unos de los desafíos más grandes de la seguridad. Las tecnologías de seguimiento biométrico y de geolocalización serán omnipresentes y la sociedad tendrá que aprender a equilibrar la comodidad con la privacidad mediante el uso generalizado de sistemas de encriptación avanzada y redes privadas virtuales (VPN). La identidad digital será uno de los activos más valiosos de cada ser humano, lo que exigirá una vigilancia estricta de la información personal que fluirá por las redes. Este es un aspecto en el cual la consciencia del riesgo será más importante que nunca. En paralelo, la seguridad física irá dando paso a un nuevo nivel de precisión y eficacia a la biometría y el reconocimiento facial. Los sistemas de acceso se harán imperceptibles y fluidos, con cámaras y sensores incorporados en el entorno cotidiano. La tecnología de reconocimiento facial alcanzará tal grado de perfección que será capaz de identificar emociones sutiles, lo que permitirá respuestas altamente personalizadas, de acuerdo con cada situación.
En esta visión del futuro observo a una sociedad cada vez más ocupada de la salud y el medio ambiente. La seguridad alimentaria será uno de los campos de evolución acelerada, en el cual, la biotecnología transformará los modos de producción y distribución de alimentos. Existirán sensores que en tiempo real monitorearán la frescura de lo que vamos a comer, y la inteligencia artificial va a jugar un rol muy activo en la prevención de enfermedades.
Por último, no podemos obviar la convergencia de la tecnología y la biología que dará lugar a un nuevo tipo de delincuencia; me refiero a los delitos transhumanos*. Implantes cibernéticos y modificaciones genéticas van a crear dilemas únicos e inéditos para la seguridad. La ética de la seguridad tomará un espacio central en los debates globales, ya que la sociedad deberá encontrar el equilibrio entre la innovación tecnológica y la responsabilidad humana.
Nos encontramos en el umbral de una era completamente nueva, donde la seguridad tendrá que evolucionar exponencialmente, pues el mundo va en una ruta radical de transformación, lo que va a impactar la forma de interactuar con el entorno y sus amenazas. La tecnología, más que nunca, jugará el doble papel de ser escudo de defensa y espada de ataque. Entraremos, casi sin percibirlo, en una etapa de retos a los límites de la privacidad y la ética. Mientras navegamos por estos horizontes, será esencial mantenernos vigilantes, líquidos y comprometidos con la construcción de un futuro donde la seguridad sea una parte intrínseca de nuestra existencia.
* El término «transhumano» se refiere a la idea de mejorar y trascender las capacidades humanas mediante la aplicación de tecnología avanzada, como la biotecnología, la inteligencia artificial y la nanotecnología.