Hace unos años abordamos un ascensor lleno de personas que hablaban en voz muy alta. Estaba con un buen amigo, gerente de Seguridad de una gran empresa transnacional. Al entrar a la cabina se hizo el más grande de los silencios y la gente se comprimía lejos de nosotros más con miedo que con respeto. No era de extrañar que el departamento que mi compañero dirigía fuese el peor evaluado de toda la organización.
A partir de ese día, nos tomó un buen tiempo entender que la confianza puede medirse como un grado de certeza o predictibilidad. Mientras más cierto es algo, más tranquilidad tenemos. La seguridad, al igual que la confianza también va en función directa de la certidumbre que desarrollamos alrededor de una situación, persona o lugar. Lo opuesto es la incertidumbre. Desconfiamos de lo incierto, de lo inseguro. Esto es así porque los seres vivos, y, en especial, los humanos, hemos favorecido a la claridad como pieza fundamental de nuestra propia evolución. Si no fuese de esta forma, todas nuestras relaciones interpersonales serían en extremo complicadas y el trabajo en equipo poco menos que imposible.
Mi amigo era una persona honesta a toda prueba, pero su manera de gerenciar estaba basada en la desconfianza. Pensaba que su trabajo era bueno porque no creía en nadie ni era aliado de nadie. Sus paradigmas asociaban la seguridad con el temor y con lo secreto, aunque él, erróneamente, lo confundía con respeto.
La seguridad transparente es positiva. Juega en el terreno de las certezas y tiene como requisito trabajar abiertamente. La transparencia es el producto de un proceso bien estructurado del cual resaltan cinco características esenciales:
- Norte definido: Es garante de los fines de la organización pero no es la única responsable. Por ello, predicar y practicar todo lo que haga a la organización más predecible es necesario para la transparencia.
- Reglas claras: Todos deben conocer el límite entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo seguro y lo riesgoso. La seguridad es aliada de las certezas, no de las sorpresas.
- Confianza en la gente: La organización segura cree en la gente. Un clima general de sospecha no favorece la confianza, al contrario, la hace opaca e impredecible.
- Disposición para la rendición de cuentas: La organización debe construir su cultura de seguridad en función de valores como la lealtad, honestidad y apertura.
- Violar las normas tiene sus consecuencias: Conocer y respetar las reglas favorece la tranquilidad y la continuidad “sobre ruedas” de la organización. Desconocerlas, sin importar jerarquías o favoritismos debe tener siempre un precio que pagar.
La seguridad transparente entiende muy bien la discreción. La apertura de la seguridad no traiciona la confidencialidad necesaria de toda organización. Esta época, en la que se favorece a las fortalezas sobre las debilidades, ofrece una excelente oportunidad para sacar del oscurantismo a muchos departamentos de seguridad, que hoy siguen sin entender lo que significa que la gente se silencie cuando su gerente entra en un ascensor.
*Este texto fue publicado bajo el título Seguridad Positiva es transparencia en nuestro libro RAY en Seguridad
La imagen es un óleo del pintor surrealista René Magritte. Su título es La bella Sociedad y se exhibe en el Museo de Bellas Artes de Bilbao