En tiempos complicados la familia debe constituirse en el primer, y más cerrado anillo, de seguridad para sus miembros. Se trata de la gente que más queremos y por la que más nos preocupamos. Quedaron muy atrás los tiempos cuando nos bastaba la policía para velar por la tranquilidad. Vivimos entre amenazas altamente complejas que nos exigen estrategias activas de prevención, protección y planificación, inclusive en nuestro círculo familiar.
Un plan de seguridad familiar tiene esencialmente tres objetivos:
- Mantener a sus miembros comunicados y ubicados para así poderse acompañar mientras se está en la calle.
- Observar el entorno y advertir sobre peligros y amenazas que puedan afectar a nuestra familia.
- Actuar como equipo de coordinación y respuesta ante posibles incidentes que puedan ocurrir fuera de los perímetros del hogar.
Para lograr estos objetivos necesitamos una estrategia de cuatro pasos que les describo a continuación:
Escribir un registro de prevención y protección familiar
Empieza por reunir a la familia con el propósito de plasmar en un documento confidencial y único, la información de todos sus miembros. Datos personales, números de contacto, direcciones de sitios que frecuenta, contactos de amigos cercanos, datos de los vehículos que maneja, información médica, costumbres, hábitos y horarios. Este documento debe igualmente contener las normas de seguridad de la familia; es decir; horas de llegada a casa para los menores, claves de comunicación entre los miembros de la familia, ubicación de las llaves, a quién contactar en casos de emergencia, procedimientos detallados para cerrar la casa en caso de que se vaya a quedar sola, etc.
Este registro de seguridad debe estar impreso (1 solo ejemplar) y guardado en un lugar seguro pero que todos conozcan su ubicación, no debe fotocopiarse ni sacarse de la casa. Algún miembro de la familia debe ser responsable de mantenerlo siempre actualizado. Es suficiente que cambie un número telefónico para que deba actualizarse. El registro debe llevar la fecha de actualización y luego de impreso, el plan anterior debe destruirse. Recuerde que allí está toda la información sensible de la familia.
Activar una red familiar de comunicación
Crear y mantener un chat de comunicación entre los miembros de la familia. No incluir amigos. Si la familia tiene smartphones,
seleccionar entre las opciones disponibles, alguna aplicación de localización remota a través de los teléfonos. Tener en una pequeña tarjeta plastificada en la cartera los números telefónicos de los miembros de nuestra familia, tanto móviles como fijos. No se confíe únicamente de los celulares, en casos de emergencia puede hacerse complicada la comunicación. Además, es muy fácil quedarse sin saldo, o sin batería. Es muy importante crear una clave sencilla para pasar datos entre los miembros de la familia, seleccionar algunas palabras o números que indiquen frases como “estoy bien”, “estoy en problemas”, o simplemente, “ya llegué”.
Seleccione una dirección y un número telefónico alterno de un familiar para que sirva como safe house o casa de refugio, en caso de que usted no pueda llegar a su hogar, o dónde pueda dejar un mensaje que pueda ser retrasmitido a su familia. Lo más importante es generar tranquilidad y para ello, la comunicación abierta y frecuente, más aun en casos de emergencia, es fundamental.
Prepararse para responder a crisis y emergencias
Si bien la prevención es más económica y duradera, no podemos dejar de estar listos para situaciones de contingencia. La familia debe conversar sobre sus posibles riesgos. No estamos exentos de ser víctimas de robos, secuestros o extorsiones en la calle, tampoco podemos obviar que estamos expuestos a accidentes o emergencias médicas. Frente a tales situaciones, tengamos un plan escrito y detallado de respuesta a emergencias. Debemos, según el caso, saber a quién llamar primero y qué tipo acciones tomar. Números telefónicos de asistencia vial, ambulancias y médicos de confianza son indispensables en cualquier cartera. La familia debe estar dispuesta a atender con prontitud y asertividad a los miembros que se encuentren en situación comprometida y acompañarlos hasta llegar a salvo a casa. La respuesta a emergencias no debe perder de vista que el objetivo es la vida e integridad física de la potencial víctima y en una segunda instancia los bienes materiales. En la red pueden encontrarse muchas ideas para preparar planes de respuesta a emergencias, es conveniente consultarlos, todos sin embargo, operan bajo los mismos principios; análisis de riesgos, disponibilidad de recursos para dar respuesta y gente
preparada para actuar con efectividad.
Vigilar nuestro entorno
Lo que acurre a nuestro alrededor es demasiado importante para ignorarlo. Se vive más tranquilo cuando estamos bien informados y reconocemos el medio en el que nos desenvolvemos. Lejos de lo que la gente piensa, estar conscientes del entorno nos hace menos paranoicos con la inseguridad, pues, es la incertidumbre y no las certezas lo que nos conecta con nuestros miedos. Conocer a los vecinos, identificar los vehículos que se paran en nuestra cuadra y compartir información sobre la cotidianidad de nuestra comunidad, nos hace más seguros porque genera pertenencia entre la gente y construye cohesión social. Los vecinos son la familia más cercana y con ellos podemos reforzar nuestro primer anillo de seguridad. Documente y registre lo que ocurre en su entorno. Si es posible tome fotos y lleve notas de aquello que le parezca anormal o poco habitual. Usted y la familia son las mejores y más confiables fuentes de información e inteligencia, aprovéchelas.
La inseguridad de nuestros tiempos no puede abordarse desde la improvisación. Un buen plan de seguridad se perfecciona de manera progresiva, utiliza las fortalezas naturales de la familia e incorpora la tecnología para hacerse más eficiente. Vale la pena invertir un poco de tiempo y esfuerzo para cuidarnos en familia. Si no lo hacemos nosotros, nadie más lo va a hacer. Si desean consultarme sobre detalles del plan no duden en escribirme a albertorays@gmail.com