Con la globalización y el aceleracionismo tecnológico, el mundo ha experimentado un profundo cambio en la forma en que categorizamos y entendemos las relaciones en la sociedad. Las tradicionales divisiones estáticas han cedido paso a una era de heterarquías, en la cual, las relaciones y estructuras son más flexibles y adaptativas. Ya no es suficiente clasificar la política en términos de izquierda o derecha, ni reducir la identidad de género a simplemente masculino o femenino. Incluso los Estados nacionales han evolucionado hacia la diversidad de intereses en lugar de adherirse a bloques monolíticos de poder.
La esencia de las heterarquías radica en su capacidad para redefinir cómo estructuramos y comprendemos las relaciones entre individuos, organizaciones y sociedades. A diferencia de las jerarquías tradicionales, donde existe un claro orden y control vertical, las heterarquías se basan en la flexibilidad y la interconexión horizontal. Las estructuras en red predominan sobre las pirámides rígidas.
En un contexto heterárquico, la clasificación de elementos no es fija ni unidimensional. Los elementos pueden ser interpretados y clasificados de diversas maneras según las circunstancias y los objetivos. Esta naturaleza polivalente y adaptable presenta desafíos y oportunidades significativas para seguridad.
Heterarquías y Seguridad
La seguridad en la era de las heterarquías requiere el replanteamiento de algunos conceptos tradicionales. La ausencia de categorías definidas en este nuevo paradigma dificulta la identificación de aliados y adversarios. Los actores y las organizaciones pueden alinearse en función de objetivos específicos, lo que daría lugar a alianzas efímeras y cambiantes que no favorecen la construcción progresiva de confianza. Por otro lado, la flexibilidad de las relaciones heterárquicas dificulta la aplicación de estrategias convencionales en la seguridad. Las respuestas rígidas y predefinidas van a resultar ineficaces ante la fluidez y la adaptabilidad de estas estructuras en red. En este sentido, la seguridad necesita evolucionar a esquemas más dinámicos y conectados con mayor “sensibilidad” al entorno.
Esta falta de categorías claras dificulta la identificación temprana de amenazas potenciales. Los actores pueden cambiar su posición y alianzas con rapidez, lo que demanda una vigilancia constante y la comprensión profunda del entorno. En tal sentido, las herramientas de observabilidad son claves en el abordaje de la heterarquía. Adicionalmente, junto a la era de las heterarquías tendrá que surgir la era de la colaboración multidimensional. Las visiones unilaterales o parceladas se han hecho insuficientes frente a la complejidad de las estructuras entrelazadas en redes, de allí la necesidad de construir equipos de seguridad con alcances más integrales.
Un aspecto complementario sobre la naturaleza indiferenciada de las heterarquías es la dificultad en los procesos de recolección y análisis de información con cierto nivel de precisión. La gestión de la información se vuelve esencial para comprender los cambios y las dinámicas en juego.
En mi libro Riesgos Líquidos me referí al Nuevo orden heterárquico. Allí dije que las heterarquías son la respuesta de los sistemas frente a los tiempos que vivimos. Para la seguridad, estas formas de organización son un doble desafío, pues, se requiere entenderlos en profundidad para poder neutralizarlos o protegerlos, ya que, las corporaciones del futuro no tendrán más opción que adoptar este modelo, y al mismo tiempo, el delito, desde hace algún tiempo, se organiza bajo estas mismas estructuras.
En todo caso, la seguridad comienza por tener consciencia del riesgo, y las heterarquías son las estructuras perfectas para esconder amenazas, por tanto, el llamado es a entender la realidad más allá de lo que está frente a nuestros ojos.