Rehenes del Poder

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Hace un tiempo escribí sobre la negociación de secuestros como ejemplo de lo difícil que es llegar a un acuerdo cuando hay tanto en juego. Hoy retomo el tema, haciendo una analogía con la negociación del poder, ahora con algunas actualizaciones y el aprendizaje de casi dos años.

Se negocia por dos razones, que en esencia son equivalentes: para obtener a cambio un beneficio o para no empeorar la situación actual. En un secuestro lo que se negocia es no empeorar la situación de la víctima, es decir no perder la vida.

Cuando se negocia el poder la perspectiva puede ser otra; quién esté dispuesto a entregarlo es porque a cambio va a obtener algo mejor, por ejemplo, una vida tranquila o un retiro dorado, o porque su situación en el poder es tan comprometida que le resulta más “barato” cederlo.

Dejar el poder sin nada a cambio, es equivalente al secuestrador que deja ir a la víctima sin cobrar un rescate. Si bien se han visto casos, son más bien raros, pues toda negociación implica un intercambio: la víctima por dinero, o el poder por el retiro en paz o el exilio.

La situación se complica cuando el secuestrador no quiere entregar a la víctima aunque le ofrezcan dinero. Puede ser el caso de la situación de rehenes, donde el secuestrador lo que puede desear es salir del trance con vida y libre. Eso casi nunca ocurre.

De la misma forma, el panorama se empeora cuando el que tiene el poder no lo quiere entregar, pues el costo de cederlo es mucho más alto que el de mantenerlo. Es allí donde nacen las dictaduras. Tanto en los secuestros como en las dictaduras el tiempo no favorece a las víctimas.

Mientras más tiempo se ejerce el poder dictatorial más costoso se hace entregarlo, de allí que la oferta de cambiar la dictadura por algo mejor es complicada…al final, ¿hay algo mejor que el poder sin control? Por ello, negociar con un tirano implica empeorar su situación actual.

Un dictador puede considerar dejar el poder cuando su situación actual es complicada y su futuro no luce mejor sino peor. Es una de las razones de las sanciones internacionales incrementales, empeorar su situación para provocar un cambio de conducta que lo lleve a negociar.

A los secuestradores, en situaciones prolongadas de rehenes se les corta la luz para limitarles sus movimientos, aunque siempre hay riesgo de tomar represalias con las víctimas. Igual pasa con los dictadores, en primera instancia transforman las sanciones en represión contra los ciudadanos.

Pero vayamos más allá; cuando la situación de rehenes se extiende, también se incrementan las presiones. En muchos casos se construye un cerco de amenazas alrededor de los secuestradores en el cual, si los delincuentes salen de un perímetro, sus vidas corren peligro.

Algo parecido pasa con las dictaduras y los bloqueos económicos o las recompensas, si salen del país es muy posible que los capturen, además con el incentivo de que se va a obtener dinero si se llevan a la justicia. Ahora bien, analicemos brevemente este caso:

 

Una dictadura no ha querido negociar nunca la entrega del poder, a pesar de decenas de ofrecimientos a través de diálogos y negociaciones previas, de allí que la situación para ellos y para el país se ha deteriorado. Es el curso natural de quien secuestra, ya sea gente o poder.

Últimamente ha aparecido una forma nueva de negociación muy curiosa; se trata de mejorar la situación para la dictadura a cambio de una supuesta oferta de compartir un poco el poder. Es como si a un secuestrador se le mejora un poco la situación y este libera a uno dos rehenes.

Si este es el caso, queda claro que no se resuelve el problema, quizás se alivia un poco el sufrimiento para todos, pero los secuestradores y los rehenes siguen allí, y ahora hasta en mejores condiciones para prolongar más aun el secuestro, y recuerden que el tiempo los favorece.

Algunos creen que, mediante este método aplicado de manera sucesiva, el tirano va perder todo el poder o los rehenes serán todos liberados para un final feliz. Puro realismo mágico. No existe un caso así. El secuestrador jamás perderá a la última víctima, pues perdería su poder negociador.

La alternativa entonces no es mejorar las condiciones, al contrario, mientras más tiempo pase, debe acelerarse la presión, de otra manera no se llegará a la fase resolutiva del secuestro, que consiste en la liberación de las víctimas y quizás en la entrega de los secuestradores.

Los secuestradores jamás comparten el poder, más bien lo que ocurre en cautiverios prolongados es que las víctimas se encariñan con sus captores y hasta lo terminan protegiendo. Es el conocido síndrome de Estocolmo.

Cuando un país pasa tantos años secuestrado lo que llaman negociación es más bien una forma de síndrome de Estocolmo, donde algunos secuestrados se acostumbran al tirano y le sacan provecho al cautiverio, y si medio le mejoran las condiciones no les importa seguir siendo rehenes.

 

Nota: Este texto fue publicado como un hilo de Twitter el 10 de febrero de 2021

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