Cada 9 de mayo Rusia celebra la capitulación nazi que puso fin a la “la gran guerra patriótica” en 1945. Este 2022, sin embargo, el aniversario tiene un tono muy distinto, pues la guerra está de vuelta en Europa, y no es Rusia precisamente la invadida, sino la invasora.
En las últimas semanas se ha especulado que Vladimir Putin aprovecharía la fecha para relanzar la operación militar que desarrolla sobre Ucrania y escalar el conflicto, tanto en intensidad, como en extensión territorial. Eso está por verse, lo que sí resulta evidente es que el fin de esta guerra aún no está cerca.
Atrás quedó el 60 aniversario del fin de la guerra celebrado fastuosamente por Putin en 2005. En esa oportunidad, y por primera vez, el canciller alemán Gerhard Schröder asistía al evento, al igual que otros 50 jefes de Estado y de gobiernos, que incluían a Bush Jr.
En diciembre de ese mismo año, y dos semanas después de haber dejado su cargo como canciller alemán, Schröder acepta formar parte de la directiva de Gazprom y conducir la política de expansión energética de Rusia hacia Europa, a través de la construcción de los gaseoductos Nord Stream. Hoy el excanciller sigue siendo aliado a Putin, al igual que Angela Merkel, pasó en pocos días de ser un valorado político a una especie de paria en propio su país.
Putin, en su discurso de conmemoración de 2005 señaló que era el «triunfo del bien sobre el mal, de la libertad sobre la tiranía». Además, dijo que el objetivo actual es garantizar la paz en Europa. Y destacó, como extraordinario ejemplo de una política de confianza, la histórica reconciliación entre Rusia y Alemania. «Este es uno de los logros más valiosos de la Europa de postguerra y un ejemplo digno de ser seguido en la política mundial». Hoy, 17 años más tarde todo luce muy diferente.
De los 75 millones de muertes estimadas en la Segunda Guerra, 27 millones fueron del pueblo soviético, que soportó durante cuatro largos años la inclemencia de la invasión nazi, y que, a partir de la derrota del Tercer Reich en la batalla de Kursk en 1943, cambiaría el signo del conflicto y se revertiría progresivamente la invasión alemana, concluyendo con la rendición incondicional de Alemania en Berlín, el 8 de mayo de 1945. Curiosamente, los rusos celebran el Día de la Victoria al día siguiente, ya que la capitulación fue firmada a las 11:43 de la noche en el huso horario alemán, cuando ya en Moscú era el día siguiente.
Diez años después, la celebración de los 70 años del fin de la guerra en 2015 no fue tan lucida. El año anterior, Putin había invadido la península de Crimea en Ucrania y la crisis estaba en pleno apogeo para el momento del aniversario. Varios países no asistieron al evento a manera de boicot silente contra la política bélica del Kremlin. La canciller alemana, Angela Merkel, si bien no estuvo en el acto y el desfile militar, al día siguiente colocó una ofrenda floral al monumento del soldado desconocido en Moscú. Nicolás Maduro y Raúl Castro fueron dos de los invitados de honor en ese aniversario.
Vale la pena recordar que la celebración del Día de la Victoria en la Unión Soviética era una fecha patria que, con el tiempo y las dificultades de la vida del ciudadano, fue quedando en desuso y su importancia fue perdiendo brillo. No fue hasta el 2005, con Putin en el poder, que el nacionalismo ruso recobró nueva vida y se ha aprovechado la fecha para hacer demostración y despliegue del poder militar del país.
Las victorias sobre los enemigos foráneos han forjado desde la época de los zares la identidad, el imaginario y el sentido patrio de Rusia. Tal es la exaltación, que la estación de metro más grande e importante de Moscú, que de por sí es una obra de arte, está dedicada a las guerras patrias del pueblo. En la estación Komsomólskaya inaugurada por Stalin a comienzos de los años 50, está tapizada de murales alusivos al triunfo ruso sobre Napoleón y Hitler.
Esta vez, la narrativa oficial rusa para justificar la invasión a Ucrania se centra en comparar el avance de la OTAN hacia el Este con un nuevo tipo de nazificación de Europa. Putin ha dicho en reiteradas oportunidades en los últimos dos meses que Rusia se defiende de una nueva invasión, y que como en el pasado, saldrán victoriosos.
Por lo pronto, y según fuentes de inteligencia ucranianas, Mariúpol se convertirá ahora en el lugar de las «celebraciones y, para este fin, los escombros, los cuerpos de los civiles asesinados y las municiones rusas sin detonar se están retirando de las calles centrales de la ciudad». Mientras tanto, Zelinsky le ha pedido a su pueblo no celebrar, pues es evidente que no existe motivo para hacerlo. Complejos, contradictorios y desafiantes tiempos vive el planeta, que, así como dos años atrás fue cubierto por un virus, hoy lo arropa la sombra de una guerra global.
Excelentes artículos Sr. Ray. La guerra de Ucrania develará el nuevo equilibrio de poder entre los países más poderosos del planeta. Putin sólo es una ficha en el tablero y se verá cómo cada jugador mueve las suyas.