El comportamiento proactivo, según Bateman y Crant, se distingue por una serie de cualidades que lo definen y le confieren un carácter distintivo en el ámbito empresarial. Estas características no solo delinean la esencia de la actitud proactiva, sino que también están directamente vinculadas al logro exitoso de objetivos en entornos retadores. El líder de seguridad no escapa a este marco, por el contrario, es y debe ser un factor vertebrador en la construcción de una cultura de proactividad en la organización, pues se trata, junto a la resiliencia, de uno de los ejes de la seguridad e indispensables para hacer frente a los riesgos de estos nuevos tiempos.
Si bien me voy a referir a siete cualidades del líder de seguridad proactivo, estas son válidas para el liderazgo en general, lo que quizás marque una diferencia es que aquel quien conduce la seguridad debe incorporarlas como parte de su equipaje de capacitación, ya que no poseerlas genera una vulnerabilidad en la organización a la que sirve.
El líder proactivo se caracteriza por su capacidad sostenida para identificar y perseguir nuevas oportunidades. Esta búsqueda incesante va más allá de la mera detección de posibilidades; implica la disposición de explorar horizontes desconocidos y áreas del conocimiento más allá de su ámbito profesional, desafiando la complacencia y promoviendo la innovación. En tal sentido, la búsqueda de oportunidades debe estar orientada a la mitigación de riesgos, es decir; se trata del proceso combinado de entender las amenazas y reducir las vulnerabilidades con el propósito de hacer manejables los márgenes de incertidumbre dentro de la organización.
Por otro lado, el comportamiento proactivo se manifiesta en la habilidad para establecer objetivos nítidos que no solo reflejen aspiraciones, sino que también estén intrínsecamente ligados a la adaptabilidad y al cambio. Bajo el marco de la proactividad, los objetivos deben servir como guías de las acciones y escala de medición de los resultados. El líder proactivo de seguridad transforma sus objetivos en desafíos para sí mismo y para su equipo, por ello es en extremo cuidadoso al formularlos adecuadamente. En tal sentido, una excelente aproximación es el empleo de objetivos SMART. Éstos deben ser Específicos (Specific), Medibles (Measurable), Alcanzables (Achievable), Realistas (Realistic) y de duración limitada (Time-bound).
Adicionalmente, una cualidad esencial en el liderazgo proactivo de seguridad es la anticipación de desafíos y la capacidad de prevenir problemas antes de que se conviertan en obstáculos insuperables. La anticipación no solo reduce la probabilidad de crisis, sino que también demuestra una visión estratégica que fortalece la resiliencia organizacional. La anticipación pertenece al conjunto de destrezas vinculadas con la previsión, y es una de las herramientas más valiosas, pero más difíciles de incorporar en la gestión de riesgos. Es clave entender que la anticipación posee dos dimensiones, una externa, relacionada con el pronóstico del futuro en entornos altamente complejos e inciertos, y otra interna, conectada con la intuición.
Si bien la intuición es una propiedad asociada a la percepción, que no necesariamente se desarrolla en individuos y organizaciones, siempre está presente y es posible “despertarla” a través de la generación de conciencia del riesgo, la identificación temprana de señales asociadas con potenciales amenazas y la detección de vulnerabilidades en etapas iniciales, previas a las crisis.
Otra capa en el proceso de desarrollo del líder proactivo está en la adopción de una perspectiva única frente a la realidad, desafiando las convenciones y explorando nuevas formas de abordar riesgos y amenazas. Ante los retos de hoy, la seguridad en las organizaciones no puede quedarse estancada en enfoques obsoletos. El líder está obligado a generar el ambiente propicio para la innovación y el aprendizaje continuo dentro de su equipo. Esto se traduce en alentar a sus colaboradores a proponer ideas nuevas, buscar soluciones creativas y estar informados de los avances en el campo de la seguridad. Al promover un clima que valore la innovación y el aprendizaje, el líder de seguridad impulsa la mejora sostenida y la adaptación a los desafíos cambiantes del entorno. La innovación en los métodos de ejecución debe ser una constante, promoviendo la adaptación continua a un entorno altamente líquido.
Un quinto aspecto por considerar es que lejos de ser obstáculos, la incertidumbre y la complejidad deben convertirse en el terreno fértil donde florezca la proactividad e incentive el emprendimiento con conciencia plena de los riesgos. Tanto la incertidumbre como la complejidad son fenómenos presentes y comunes en la realidad actual. Si bien, ambos tienen cierto grado de interdependencia, no necesariamente responden de manera proporcional el uno al otro, es decir; existen entornos complejos, pero con un grado elevado de certezas, mientras que pueden surgir situaciones inciertas en realidades más simples o fáciles de comprender.
Ambas, incertidumbre y complejidad plantean desafíos significativos para los líderes proactivos, ya que requieren habilidades especiales para enfrentarlos con asertividad. A través de la proactividad el liderazgo debe ser capaz de lidiar con la falta de claridad, tomar decisiones en condiciones de información incompleta y adaptarse rápidamente a los cambios en el entorno. Asimismo, necesita comprender y manejar la complejidad, en este sentido en indispensable aprender a decodificar las relaciones y las interdependencias de las fuerzas que moldean el entorno, buscando soluciones sistémicas y promoviendo la colaboración y la coordinación entre múltiples partes interesadas. Para el líder proactivo, tanto la incertidumbre como la complejidad son vistas como una oportunidad para la creatividad y la toma de decisiones audaces en un marco razonado de riesgos.
El próximo elemento en el desarrollo del liderazgo proactivo no sólo se limita a la identificación de oportunidades, sino que se extiende a la perseverancia en la consecución de metas. La capacidad para superar obstáculos con tenacidad refuerza la esencia proactiva e impulsa el logro de resultados significativos. En realidades complejas y con altos niveles de incertidumbre el logro de objetivos no tiene una ruta directa, al contrario, es un camino lleno de dificultades y reveses, de allí que el liderazgo proactivo necesita construirse sus propios medios de automotivación y resistencia al fracaso. La proactividad conlleva el fortalecimiento de la voluntad y la convicción de que, a través de objetivos claros, los propósitos son alcanzables.
En particular para la gestión de riesgos la perseverancia es una cualidad poderosa, pues tener éxito en el terreno de la seguridad está ligado a un proceso repetitivo de ensayo y error o a la construcción de soluciones a través de aproximaciones sucesivas, de tal manera que, quienes se rinden o se cansan con facilidad tendrán muy bajas probabilidades de lograr sus objetivos.
Para abordar el último componente en la lista de cualidades necesitamos comprender que, en este mundo acelerado, complejo y de múltiples realidades, lograr resultados tangibles es todo un desafío. Para la gerencia proactiva de seguridad, en particular, me atrevería a decir que el reto es aún mayor, ya que nos corresponde lidiar con amenazas que no están bajo nuestro control, lo que no sólo agrega incertidumbre a la gestión, sino que se traduce en riesgos que pueden significar pérdidas humanas, materiales o reputacionales de dimensiones no estimadas. Pero a pesar de todo ello, lograr resultados es fundamental para asegurar la protección de los recursos y activos, así como para promover un entorno de certezas, seguro y confiable para todos los miembros de la organización.
Sin embargo, la responsabilidad de lograr resultados tangibles no sólo recae en el líder, los colaboradores son las piezas esenciales para el éxito. En tal sentido, el gerente desempeña un papel crucial en la consecución de resultados exitosos y en fomentar un entorno en el que los demás también puedan alcanzar sus metas. En última instancia, una manera de medir la proactividad es a través del logro de resultados tangibles.
En este mundo líquido caracterizado por la complejidad y la incertidumbre, el líder proactivo emerge como un catalizador esencial para el logro de los objetivos. Aquí resumo las siete cualidades del liderazgo proactivo:
- Identificar y perseguir nuevas oportunidades
- Establecer nítidamente los objetivos a lograr
- Anticipar desafíos y prevenir problemas
- Generar el ambiente propicio para la innovación y el aprendizaje
- Convertir la incertidumbre y la complejidad en terreno fértil para la proactividad
- Perseverar para lograr metas
- Lograr resultados tangibles
La mejor parte del proceso de formación del líder proactivo es que todas estas cualidades pueden aprenderse a lo largo de la vida profesional. La clave cuando se trabaja con el desarrollo de capacidades de liderazgo está en fijar los objetivos y las mejores maneras de medirlos, pues la misma realidad va a ir colocando al líder en formación ante retos que pondrán a prueba sus habilidades. Asimismo, es una excelente oportunidad para que el coaching evalúe en detalle los éxitos y reveses a fin de construir un mapa con oportunidades de mejora orientadas a la proactividad.