Los servicios modernos de Inteligencia, si algo han hecho es sacar lecciones de la historia, pues en esta profesión nada enseña más que las misiones del pasado, más aún si han fracasado.
Las misiones de Moisés y Josué enviadas a la Tierra Prometida y citadas en mi artículo anterior, El espionaje la segunda profesión más antigua, se utilizan con frecuencia como ejemplo en las aulas de clase de Inteligencia en el mundo entero. Efraim Halevy, ex director del Mossad (1998–2002) a principios de este siglo, acostumbraba a mencionar la misión de los diez espías de Moisés enviados a Canaán, a manera de ejemplo y advertencia en relación con la importancia de mantener el foco en los objetivos. Los Diez habían incurrido en la ira divina, permitiendo que sus opiniones y temores personales anularan sus responsabilidades de reportar correctamente lo observado.
Tanto el Mossad como el Shin Bet, que es la agencia doméstica de Inteligencia israelita, en su tradición toman sus lemas de la biblia hebrea. «No se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel», corresponde al Salmo 121 e identifica al Shim Bet. La frase que hoy en día identifica al Mossad es “Donde no hay buen consejo, el pueblo cae, pero en la abundancia de consejeros está la victoria” (Proverbios 11:14). Este lema sustituyó al anterior, “Por el camino del engaño, harás la guerra”, basado en Proverbios 24:6. El Mossad y en general la Inteligencia israelita reclaman así sus orígenes bíblicos.
Según el Éxodo, el escape de los judíos de Egipto comenzó con un engaño. Moisés, luego de demostrar el poder de su Dios al faraón, le pide que le permita realizar una peregrinación religiosa de tres días fuera de la ciudad; por su puesto, sin revelar que esta salida se trataba del inicio del éxodo permanente de su pueblo.
Si bien, los israelitas tienen sus raíces bien sembradas en la antigüedad de las operaciones de Inteligencia, los egipcios de la época no se quedaban detrás. Egipto era un imperio con fuerte presencia en sus zonas de interés, por lo que resulta obvio pensar que mantenía informantes en Canaán. Existe una prueba de esto publicada en 1992 por el egiptólogo W.L. Morán en lo que se llamó las Cartas de Amarna. Se trataba de una serie de fragmentos de texto escritos en tablillas de arcilla descubiertas en 1887 cercanas al templo de Amenhotep IV (conocido como Akhenatón) y que se estima fueron escritas unos 100 años antes de la llegada de los judíos a Canaán. De las 329 cartas, unas 38 correspondían a lo que actualmente podríamos denominar Informes de Inteligencia enviados por vasallos al faraón.
Datos tales como mercancía que se recibía en los puertos, tropas asentadas en el territorio, rutas de comercio e información sobre comerciantes y mensajeros, tanto aliados como hostiles que transitaban por la zona. Para el faraón, la Inteligencia más valorada era la relacionada con las potenciales amenazas externas al imperio, así como los posibles traidores. Según otras fuentes consultadas, en una ocasión el faraón amenazó al gobernante de Amurru (al Norte de Canaán), Aziru, con cortarle la cabeza, ya que había sido visto hablando con un enemigo egipcio. La tablilla comenzaba con texto: “Ahora el rey ha escuchado que…”
Hasta ahora, las Cartas de Amarna y otros textos egipcios, así como descubrimientos arqueológicos recientes en la antigua región de Canaán no encajan con los relatos bíblicos sobre la conquista de la Tierra Prometida. Sólo una inscripción en arcilla ha sido identificada y datada en una fecha cercana a 1207 A.C. en la cual se menciona a una tribu israelita. En este sentido, la historia contada por Josué sobre las batallas ganadas y la conquista de Canaán no parecieran tener sustento en los registros egipcios de la época. Adicionalmente, es de acotar que la historia bíblica fue escrita unos 500 años después, por lo que muy posiblemente haya sido contada a manera de épica.
En todo caso, la historia fragmentaria encontrada en las tablillas de arcilla es aún hoy, difícil de interpretar, por lo que, a pesar de los milenios transcurridos, es un relato que está vivo. Mi propósito con esta segunda entrega en la historia del espionaje es resaltar el valor que siempre ha tenido la información para las civilizaciones, y su conexión con el poder.