Veo con más frecuencia de lo que me gusta demasiados adolescentes en la nocturnidad de la ciudad. Son prácticamente niños y niñas disfrazados de adultos borboteando en las entradas de locales oscuros, algunos famosos, otros dudosos y que por unas monedas les abren las puertas a identificaciones burdamente forjadas.
Demasiado adolescentes para beber tanto alcohol, fumar tanta marihuana y quizás para los más atrevidos, hasta ingerir algunas pastillas.
La actividad hace erupción en la avanzada noche de jueves para viernes a eso de la 1 de la mañana, discotecas y clubes atestados de niños, niñas y adolescentes. Muchos son los hijos de los colegios privados más importantes de la ciudad, que en las mañanas de los viernes no saben cómo administrar a tantos jóvenes mareados y enratonados. Conozco casos de niñas que salen de la disco a ponerse sus uniformes de bachillerato y corren para no llegar tarde a la primera clase de las 7 de la mañana.
No me mueve la crítica a los chamos, yo también pasé por allí. La experiencia de amanecer a las puertas de un local nocturno es elevada y superior. Mi llamado de atención es a los padres y madres que estamos permitiendo este trastrocamiento de los límites, exponiendo a menores a riesgos tremendos frente a los cuales no están ni remotamente preparados. Son niños con un poder que no son capaces de administrar y que además usan para negociar la flexibilidad de sus propios linderos de lo correcto y lo incorrecto.
No pretendo dar lecciones de “parenthood” porque también soy papá de un adolescente y sufro cada jueves las angustias producidas por los peligros de la ciudad. Me limitaré a dar siete recomendaciones para padres preocupados por las agendas nocturnas de sus adolescentes:
Definir el sitio: las salidas nocturnas no son un tour por la ciudad. A más tiempo en las calles, mayor la probabilidad de caer víctima de la delincuencia. En la realidad que vivimos, los recorridos deben ser directos, sin paradas en el camino. Una salida y una llegada. No vale cambiarse de club o discoteca. Si escoges un sitio allí te quedas.
Ida y regreso deben estar previamente coordinados:aquí lo más recomendable es que sean los padres quienes lleven y traigan a sus hijos. No debe dejarel retorno al azar de las circunstancias. Nadie sale sin un plan de retorno que incluye el responsable de regresar a los menores a casa. No permita que sus hijos menores manejen de regreso. Si usted no puede llevarlos o traerlos, o no está bien claro quién los devuelve a la salida, es preferible que no salgan.
La comunicación es indispensable: mantener el teléfono celular encendido en todo momento es una condición indispensable que debe exigirle a sus adolescentes al momento de salir. Verifique usted mismo que tengan suficiente batería y si son smartphones es muy recomendable tener activadas aplicaciones de geolocalización. Existen varias que tienen versiones gratis. Yo uso familyLocator es muy precisa y además tiene chat para mensajes a la familia. Durante el tiempo de la salida haga que sus hijos le escriban al menos cada 90 minutos notificando cómo se encuentran. Desarrolle sus propios código de comunicación. Basta con una carita feliz para avisar que todo está bien.
Debe haber una hora para regresar: así como el regreso del sitio nocturno debe estar predefinido, igualmente debe ser la hora de salida. No siempre es cierto que es mejor y más seguro esperar hasta el amanecer para regresar a casa. El hampa sabe eso,por lo que muchos secuestros ocurren a tempanas horas de la mañana, justo cuando los jóvenes salen de las rumbas. En mi opinión de papá viejo ( y como dice mi hijo menor oldschool) la hora máxima de retorno para un adolescente menor a 18 años debe ser máximo las 2:30 AM. No permita que los jóvenes se vayan con otros jóvenes a comer arepas luego de salir de las discotecas. Recuerde que su hijo o hija es menor de edad y el tiempo que esté fuera de la casa también lo está fuera de su control, lo que representa un riesgo serio de seguridad. Además, como lo mencioné en la primera recomendación, la noche no es para hacer tours por la ciudad.
Cuidado con lo que consumen: este es el aspecto de las salidas que más me preocupa. Estos sitios nocturnos están autorizados para expender licor a mayores de 18 años. Sin embargo, los adolescentes se las arreglan para tomar cualquier cosa, todo depende del presupuesto. Asimismo, entre la multitud siempre se cuelan vendedores de droga que inducen al consumo. Hable con sus hijos sobre las drogas. No subestime conductas diferentes que vea en ellos. Los efectos del alcohol son diferentes a los que provocan drogas más duras. Si no sabe cómo actuar en estos casos busque asesoría. Las adicciones destruyen rápidamente la voluntad y la mente de nuestros menores. Un buen comienzo es buscar en google la frase siguiente: como detectar si mi hijo consume drogas.
No sea un transporte escolar: uno de los riesgos más importantes que se corre durante las salidas nocturnas ocurre al momento de repartir adolescentes en sus casas. El tour por la ciudad es una exposición innecesaria e inconveniente.Es preferible que todos lleguen a una misma casa y allí los busquen sus padres o pernocten en la vivienda hasta la mañana. Mi recomendación es minimizar el número de menores fuera de sus hogares durante las madrugadas.
Los padres siempre tenemos la última palabra: hasta cierto punto he escrito estas recomendaciones contra mis propios principios del deber ser. Estamos viviendo una realidad social muy compleja que se traduce en índices desbordados de inseguridad y la desvalorización progresiva de la familia como eje de la formación de niños y adolescentes. Pero al mismo tiempo reconozco que los padres nos hemos quedado prácticamente sin herramientas para “gerenciar” a nuestros menores que también como producto del stress y la paranoia diaria necesitan espacio para drenar energía. Si usted como papá o mamá siente que no debe dejar a su hijo salir en las noches, manténgase firme en su posición y limite los horarios de calle. Sus hijos no se van a traumar por el hecho de regresar más temprano a la casa. Si por el contrario, le va a permitir rumbear hasta la madrugada, tome en cuenta estos consejos. En todo caso recuerde que los padres siempre tenemos la última palabra en el control del horario de nuestros hijos.
En la adolescencia el reto al orden establecido sólo tendrá sentido si los padres representamos ese orden. Cuando permitimos que los límites los impongan los más pequeños, las referencias van a quebrarse y no será fácil imponer control y certeza. Esas energías de la temprana juventud pueden conseguir mejores cauces en el deporte, la cultura o el arte. Motivemos a nuestros chamos a buscar respuestas en el lado más claro de la sociedad y dejemos la oscuridad y sus peligros para un poco más adelante.
@seguritips