Los escenarios del verano venezolano

Nos adentramos en el tercer mes ininterrumpido de protestas en Venezuela bajo un clima de indefinición sobre avances concretos de los bandos en conflicto. Se percibe a primera vista, un agotamiento callejero de las fuerzas opositoras y un debilitamiento en la cohesión del régimen. Sin embargo, si se observa con detalle encontraremos, por un lado, que las manifestaciones de calle se han extendido en tiempo y territorio abarcando zonas hasta hace poco dominadas por el discurso oficial, además se viene consolidando un grupo cada vez más diverso de jóvenes de la resistencia altamente motivados a conducir la lucha a una salida definitiva del régimen. Mientras tanto, el gobierno avanza sus posiciones con la propuesta constituyente e incrementa los niveles de represión a las movilizaciones callejeras.

En este marco, las opciones se van reduciendo a escenarios de mayor definición que pudieran simplificarse en cuatro espacios de acción:

Desesperación y hambre: El nivel de ingobernabilidad del país provoca una nueva y más activa escalada de protestas impulsada por el desabastecimiento y la inflación, que, aunada a la conflictividad actual, expande el radio de acción y la virulencia de la gente en la calle, provocando en un principio más represión y muertes, pero que terminará conduciendo a los mandos militares a presionar al régimen a una salida negociada de urgencia e intermediada por factores moderados del país. Se establece una Junta cívico militar para una transición breve que conduce a unas elecciones durante el 2017.

Ciudadanos y políticos: la oposición, en una acción coordinada y acompañada por la Asamblea Nacional, plantea una agenda definida para detener el llamado constituyente que inspira masivamente a los ciudadanos a mantenerse activos en la protesta, generando ingobernabilidad y profundizando las fisuras en el poder, obteniendo así una mejor posición estratégica que fuerce la negociación con el visto bueno de sectores militares para la posterior salida de Maduro. Se constituiría un gobierno de transición desde la unidad nacional, incluyendo factores del chavismo, orientado a una reinstitucionalización en sectores claves del país, a fin de prepararlo para elecciones libres durante el 2018.

Nuevo eje de poder: creciente descontento en la Fuerza Armada motorizado por la ingobernabilidad y el llamado a la constituyente termina cohesionando a cuadros altos y medios que prefieren pronunciarse contra el régimen antes que seguir acompañando acciones abiertamente autoritarias y en franca violación a los derechos humanos, quitándole al gobierno el único soporte real que aun mantenían. Es un escenario tentador para algunos militares activos o retirados que se sienten capaces de dirigir el país durante un período indeterminado pero que conduciría a elecciones a mediano plazo. Existe la posibilidad que surja un candidato civil de consenso entre los sectores militares y se conviertan en el líder de la transición.

Países y amigos: Varias naciones con diversos intereses en Venezuela plantean un calendario de diálogo y estabilización nacional de mediano plazo con la intermediación de algún organismo internacional que brinde ciertas garantías a los extremos en conflicto. El objetivo principal sería detener el llamado a constituyente, retomar la constitución del 99 y construir una salida electoral que le de oxígeno al régimen hasta diciembre del 2018. El proceso implicaría un pacto de gobernabilidad y la inclusión de sectores democráticos del chavismo en una agenda pública de mediano plazo.

Radicalización final: el régimen logra imponerse a través de la agenda constituyente con maniobras hábiles de negociación y represión. Una vez instalada tal asamblea se profundizan los cambios, garantizándose una plataforma política de continuidad indefinida en el poder y la virtual desaparición de las fuerzas opositoras, al menos durante un período de reacomodo.

La asignación de valores probabilísticos a cada escenario resulta complejo, pues las variables son volátiles. Sin embargo, independientemente del escenario, la realidad del futuro inmediato es una sola y siempre estará vinculada al mantenimiento o conquista del poder. A pesar de la velocidad de los acontecimientos, estos no son tiempos para actuar de manera improvisada. El éxito de los líderes y sus organizaciones dependerá de sus capacidades para escuchar, analizar, planificar y actuar, todo en ciclos cortos y dinámicos. El alto grado de inestabilidad del país hace insostenible la situación actual, de allí la irreversibilidad del proceso de cambio hacia terrenos más asentados y predecibles.

@seguritips

 

 

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