Infraestructura crítica es aquella que provee servicios indispensables para mover a la sociedad. En un sentido amplio, casi cualquier infraestructura puede considerarse crítica, pues de alguna manera es importante para una porción de la población. Sin embargo, el criterio más ajustado se vincula con el impacto que tendría para el país, no contar con ella.
En Venezuela ocurrió un caso significativo en el año 2006 cuando se desplomó el viaducto 1 de la autopista Caracas La Guaira. El hecho de perder temporalmente ese enlace vial afectó sensiblemente la vida y la economía de todo el país. No cabe la menor duda, que la vialidad principal de una nación forma parte de su infraestructura crítica. Pero la historia no termina allí, la clasificación estándar de infraestructuras críticas comprende nueve grandes áreas:
- Energía y petróleo
- Telecomunicaciones
- Banca e inversión
- Hospitales y centros de salud
- Industria de los alimentos
- Sistemas hídricos
- Transporte y vialidad, incluyendo puertos y aeropuertos
- Industria Química
- Gobierno y Monumentos
La infraestructura crítica debe ser segura, capaz de soportar y recuperarse rápidamente de peligros a la que se pueda ver expuesta. Esto quiere decir, que debe ser resiliente y confiable desde su diseño, porque una vez en operación, se producirá sobre ella un alto nivel de dependencia.
La seguridad tiene un objetivo fundamental en las infraestructuras críticas, y es garantizar su continuidad operativa. Un aeropuerto, un hospital o la internet de un país no puede detenerse sin que esto signifique un muy alto costo para una sociedad, además de las vidas, el valor económico y el impacto social sobre amplios sectores de la ciudadanía. En muchos países, incluyendo el nuestro, buena parte de la infraestructura crítica es custodiada y protegida por la Fuerza Armada Nacional o está regida bajo legislaciones especiales que obligan a la continuidad de sus operaciones. Sin embargo, una porción significativa de las infraestructuras críticas está bajo el control o gestión privado. Es el caso de la industria de alimentos, la industria química, parte de la banca, la salud y las telecomunicaciones. En este sentido, las organizaciones están obligadas a diseñar y desarrollar planes de continuidad de negocios que aseguren la prestación ininterrumpida de servicios esenciales para la población.
La resiliencia en las infraestructuras críticas exige esfuerzos coordinados y orientados a fortalecer continuamente su seguridad y operatividad. No es un trabajo exclusivo de la gerencia de seguridad. Demanda una transformación cultural de la organización detrás de la infraestructura.
En tal sentido, la gente encargada de la operación, mantenimiento y actualización de la infraestructura crítica necesita estar plenamente consciente de su responsabilidad frente al país y a la sociedad. Para ello, la seguridad y la gerencia del riesgo tienen una altísima relevancia y son tan críticas como la infraestructura misma.
En el pasado me he referido a la seguridad positiva como marco de trabajo para desarrollar una cultura resiliente y alineada con una visión más previsiva y responsable de la gestión de riesgos. Entre estas habilidades blandas orientadas a la resiliencia organizacional de la seguridad existen cinco elementos que activamente se pueden engranar en los procesos operativos de este tipo de infraestructuras:
- Realidad y entorno se escuchan e interpretan: lo que nos rodea debe estudiarse, pero no para controlarse, sino más bien para entenderse y sacar el mejor provecho.
- Gestión entramada en los procesos de la organización: la seguridad es la actitud de hacer lo correcto, aunque esto implique que no siempre sea fácil.
- Estímulo al pensamiento y acción previsiva: prevenir es más fácil, más rentable y de efectos más duraderos que reaccionar.
- Obsesión por los detalles: En la seguridad positiva todo está sujeto a revisión y las pequeñas mejoras se celebran como grandes éxitos.
- Gente y tecnología que se entienden: La finalidad de la tecnología es en primer lugar, neutralizar amenazas y no tanto controlar a los que están ganados a la cultura
En oportunidades, cuando tenemos frente a nosotros esas mega obras de ingeniería de las que tanto dependemos nos olvidamos que por muy críticas que sean las infraestructuras, y por mucho que las blindemos, al final del camino siempre está la gente. Y es precisamente allí, donde puede residir la amenaza más grande o la fortaleza más poderosa. Por ello, no nos queda otra opción que hacerla parte de una cultura resiliente y previsiva de la seguridad, totalmente indispensable para la vida y el desarrollo de las naciones.