El pasado mes de septiembre, como ya es costumbre, se realizó el GSX, o como ahora lo denomina ASIS International, Global Security Exchange. Para quienes no lo conocen, se trata de una mega reunión, congreso y exposición anual de la industria de seguridad en los Estados Unidos, que anualmente gira por varias ciudades, con presencia de profesionales, proveedores de tecnología y la creciente comunidad internacional de ASIS. Un evento para el que muchos se preparan con antelación, con gran participación de América Latina y en cual ASIS invierte buena parte sus recursos.
Usualmente trato de asistir y participar en el GSX porque es una excelente ocasión para el networking, la actualización profesional y el encuentro con la innovación tecnológica. Este año como en algunos anteriores estuve presente, y no ha sido hasta ahora, que he tenido tiempo de comentar mi experiencia y aprovechar para hacer una reflexión un poco más profunda sobre la evolución de la industria de la seguridad, a través de lo que se ve y se aprende en estos eventos.
Voy a comenzar diciendo que lo que estoy observando en la industria me gusta. Se está dando un lento, pero sostenido proceso en el cual el ser humano está retomando el eje en torno al cual toda estrategia de prevención, protección y planificación debe girar. El individuo se reposiciona como el sujeto y no como el objeto de la seguridad. La tecnología ha ido hábilmente reajustando sus alcances, a fin de poner a la gente en control de los procesos y darle capacidades para entender e intervenir en su realidad y en su entorno.
Durante algún tiempo habíamos caído en una seductora, pero peligrosa ilusión, una especie de espejismo: creer que la tecnología, por sí sola, resolvería todos nuestros problemas. Esta creencia, profundamente arraigada en la formación profesional de los últimos años, nos había estado llevando a privilegiar la inversión en soluciones tecnológicas por encima del desarrollo integral del talento humano. La complejidad de la realidad actual nos está mostrando que la sobredependencia tecnológica necesitaba una urgente recalibración. La tecnología, indudablemente, ha transformado nuestro mundo de maneras extraordinarias. Desde la automatización de procesos hasta la inteligencia artificial, las innovaciones tecnológicas han expandido los límites de lo posible. No obstante, no podemos confundir las herramientas con las soluciones. La tecnología es un medio, no un fin en sí mismo. Al depositar una fe ciega en ella, corremos el riesgo de descuidar el desarrollo de las capacidades humanas que son, en última instancia, las que dan sentido y dirección a estas herramientas, más aún en el mundo de la seguridad.
Volviendo al evento de ASIS pude apreciar que las posibilidades de interacción humano-máquina han evolucionado de manera sorprendente, sin duda la IA ha hecho su parte, pero lo importante a resaltar es que se ha elevado el nivel de control y comando del individuo, sin perder las capacidades de la tecnología. Es un juego sutil en el que lo obvio y rutinario se le deja a la tecnología, mientras que las decisiones relevantes son de la persona al mando. Esto es muy evidente en las aplicaciones para la evaluación y análisis de amenazas y riesgos, en los sistemas no intrusivos de detección e inspección de armas y explosivos y en las plataformas de gestión integrada de cámaras. Adicionalmente, en otras tecnologías como la de los drones, la seguridad en espacios públicos y la respuesta a emergencias se han ido integrando las aplicaciones a la gente de una forma muy natural, sin perder por ello los niveles de protección.
Vale señalar que en todas las plataformas existen hoy unos niveles de desarrollo tecnológico impresionantes, manteniéndose al mismo tiempo al operador o analista como cabeza del proceso. Esto, lejos de ser visto como una vulnerabilidad, pues siempre se ha dicho que el individuo es el eslabón más débil de la cadena, lo que ha hecho es fortalecer las capacidades e incrementar los niveles de sinergia entre el hombre y la máquina. En este sentido, observé que las grandes marcas del mercado han sacado una ventaja significativa a proveedores más pequeños, principalmente por los desarrollos en inteligencia artificial. Sin embargo, pienso que es cuestión de poco tiempo para que esa brecha se cierre, la IA, como toda tecnología nueva y disruptiva, cambia las reglas, y no en pocas ocasiones ha quedado en evidencia que los jugadores pequeños son muy ágiles y logran crear nuevas oportunidades, lo que a su vez les da impulso estratégico para tomar segmentos importantes del mercado. La seguridad, al igual que otras industrias, avanza mientras las necesidades emergentes sean oportunamente detectadas y atendidas.
En todo esto hay un detalle esencial y es que la dinámica de recolocación del ser humano como centro de la seguridad exige al mismo tiempo mayores niveles de entendimiento, y por tanto, de capacitación para abordar la nueva realidad. Quienes hoy aun no hayan desarrollado destrezas de pensamiento estratégico, comprensión de la complejidad y fundamentos de resiliencia, por mencionar algunas, van a quedarse muy atrás en sus carreras. Lo bueno es que todo el conocimiento está allí, a bajísimos costos y al alcance de quien quiera tenerlo y utilizarlo.
Quizás en este momento crítico del desarrollo de la tecnología y del individuo, necesitamos recordar que la verdadera fuente de innovación reside en el potencial humano. La tecnología es una herramienta poderosa, pero su valor real emerge cuando es guiada por personas bien formadas, con una comprensión profunda de su propósito y sus implicaciones.
El desafío ya no es elegir entre tecnología y desarrollo humano, sino encontrar formas más inteligentes de integrarlos. Solo a través de una formación multidimensional y consciente de la realidad podremos aprovechar y desatar verdaderamente el potencial sinérgico entre ambos, a fin de construir un futuro más sostenible y menos riesgoso.
La inversión en el desarrollo humano no es un lujo o una alternativa; se ha transformado en una necesidad imperativa para navegar la complejidad y la incertidumbre de nuestro tiempo. La industria de la seguridad ha comenzado a reequilibrar nuestras prioridades y reconocer que la tecnología más sofisticada jamás podrá reemplazar la riqueza del potencial humano bien desarrollado. Aún falta un larguísimo camino por recorrer, mientras tanto, felicito a ASIS International por ayudarnos a avanzar en este proceso y espero volver en 2025 al próximo GSX.