Es difícil afirmar aún que estamos en la postpandemia, son cientos de miles los casos de COVID-19 que se registran a diario en el mundo y las muertes se cuentan en miles. Sin embargo, y por aquello de creer que hoy conocemos mejor el virus de lo que lo sabíamos hace un año atrás, y porque la vacuna lo ha hecho menos letal, hemos terminado normalizando el riesgo y entendiendo sus probabilidades e impactos, lo que, desde las percepciones colectivas lo hace menos riesgoso.
Lo que sí no cabe dudas es que el planeta asimiló la pandemia y hasta cierto punto la utilizó para transformar la manera de vivir, de trabajar y hasta de interrelacionarnos con el entorno, en tal sentido, bien vale preguntarnos si hemos pensado en cómo las organizaciones deberían plantearse la seguridad en la era de la postpandemia.
Si bien, algunos pueden considerar prematuro transformar los organigramas y reescribir los perfiles de los cargos de seguridad ha llegado la hora de hacerlo, inclusive, ir más allá de un cambio de estructuras, es un cambio de mentalidad (mindset) frente a este nuevo mundo que se nos despliega y pareciera que aun no lo entendemos muy bien.
En primer lugar, tenemos que asumir que estamos inmersos en una dinámica de cambios que no son transitorios, es decir, ahora vivimos en una realidad que cambia constante y aceleradamente, y lo hace como parte de sí misma y no con el objetivo de alcanzar algún nivel de estabilidad, es una especie de realidad mutante y nómada. De cierta manera es una multi – realidad.
En segunda posición, frente a una multi – realidad en permanente tránsito, los niveles de certeza son intrínsecamente bajos, por tanto, lo que veníamos asumiendo como seguro o confiable, ya no lo es tanto. Entender este punto es clave, pues los procesos operativos y logísticos de las empresas venían históricamente montados en largas y sincronizadas cadenas que ahora están rotas, descoordinadas o simplemente dejaron de existir, y ahora es posible que se reorganicen de maneras completamente ajenas u opuestas a nuestros modos tradicionales de producción.
En tercer puesto, los procesos estratégicos, siempre más flexibles o adaptables que los operativos, ya no pueden depender de la planificación a mediano y mucho menos a largo plazo. Sencillamente, en esta multi – realidad, la incertidumbre es alta, de allí que cualquier intento de planificación con cierta rigidez es un ejercicio inútil.
Visto así, ¿cómo podemos desplegar una seguridad que cumpla con sus objetivos, y al mismo tiempo no actúe por reacción, en el clásico modelo de responder luego que el daño ya se materializó?
Son varias las respuestas que puedo dar en este sentido, aunque debo señalar que aun no he desarrollado la ingeniería de detalle para implementar un modelo de seguridad post COVID.
Comienzo por la regla básica, y es que el primer objetivo de la seguridad es generar conciencia de los riesgos. En una multi – realidad van a existir múltiples riesgos y seguramente no estaremos preparados para mitigarlos, pero tenemos que trabajar aceleradamente para entenderlos y comunicarlos a la organización. A mayor conciencia del riesgo seremos menos vulnerables.
Las herramientas indispensables para entender y generar conciencia de los riesgos son: la inteligencia de entorno, la identificación continua de vulnerabilidades y nuevas amenazas y el análisis de escenarios.
El segundo aspecto clave es incrementar la automatización de los procesos de protección. Esto no se puede hacer si no se invierte en tecnología, por tanto, este es el momento de hacerlo. Una parte muy importante de la seguridad depende de la reducción del anonimato, la trazabilidad de eventos y la detección temprana de amenazas. Todo esto puede hacerse con sistemas y equipos bien diseñados, operados profesionalmente y sujetos a actualización periódica. Hoy, una cámara digital con analítica de video basada en Deep Learning puede proteger decenas de veces mejor que un escuadrón de guardias. Les comparto aquí un artículo sobre el tema que creo les puede resultar muy útil: https://medium.com/nanonets/how-to-automate-surveillance-easily-with-deep-learning-4eb4fa0cd68d
El tercer tema es igualmente básico, aunque casi nunca se hace. Se trata de revisar y actualizar las políticas, normas y procedimientos de acuerdo con la multi – realidad. Si todo cambia, las normas no pueden permanecer inmutables. La idea es actualizar el conjunto de regulaciones y prácticas con una visión adaptativa, quizás hasta modular, que permita cortar y pegar según sea el caso, sin perder la coherencia y sin crear nuevas vulnerabilidades. Puede parecer un trabajo sencillo, pero no lo es tanto y requiere algo de tiempo y pensamiento para hacerlo bien.
Por último, me voy a referir a la dimensión organizacional. Ya no es posible gerenciar la seguridad con los modelos anteriores a la pandemia. Ahora, la gente está descentralizada, cada quién trabaja desde sitios distintos, con horarios flexibles y con altísima dependencia de plataformas tecnológicas y conectividad. Siendo así, no tiene sentido seguir cargando con modelos estáticos de seguridad cuando todo está en permanente tránsito.
Ahora, la seguridad tiene que asumirse como una sucesión de misiones críticas que deben cumplirse para que la organización opere sin interrupciones. Es decir, debe conformarse en redes flexibles, interdependientes, altamente capacitadas para entender y analizar el entorno y con destrezas para la toma de decisiones ante realidades complejas.
Visto de otra manera, los departamentos de seguridad ahora tendrán que ser un equipo de equipos de seguridad. Una especie de red de células que detecten, analicen y mitiguen riesgos, en permanente comunicación con sus células pares y con el resto de la organización y ubicadas en una franja intermedia entre lo estratégico y lo operativo. Les recomiendo leer el libro Team of Teams del General Stanley McChrystal.
Quizás para muchos estamos viviendo una era de caos en la que nada obedece a reglas o patrones y que vendrán tiempos de paz y estabilidad en los que podamos volver a ser lo que algún día fuimos, y que por tanto debemos aguantar esta tempestad hasta ver de nuevo el día aclarar. Yo creo que esos tiempos ya pasaron y sin estar preparados, la pandemia y sus consecuencias nos lanzaron a un mundo que apenas comenzamos a entender, en el que el sol saldrá primero para quien aprenda adaptarse y sepa surfear las olas sucesivas de este incesante mar de cambios.
¡Bravo Alberto! Muy acertado este articulo, como siempre…
Considero que esto de «transformar los organigramas y reescribir los perfiles de los cargos de seguridad», nosotros mismos, como gestionadores de la seguridad, debemos iniciar cuanto antes, a través de la concienciación del personal, presentando las propuestas al top management, involucrando a la función de recursos humanos y seguir adelante hasta lograrlo. Prepararnos y entender que el mundo y sus diferentes entornos han cambiado, solo así podríamos llegar a lograrlo…