En inglés se le dice elevator pitch a un discurso breve que transmita la escencia de algo que nos interese dar a conocer o vender. Es lo que se le diría en 15 o 20 segundos a alguien importante que queremos que nos escuche. En otras palabras, es lo que nos daría tiempo de comunicar mientras subimos o bajamos en un elevador.
Un tema como la seguridad no es sencillo transmitirlo en un elevator pitch, sin embargo, hace un tiempo, un buen amigo gerente de seguridad en una gran empresa trasnacional me invitó a conversar con la junta directiva de su organización. Esta corporación estaba en proceso de revisión de sus procesos críticos, por lo que les pareció oportuno que en quince minutos explicara para qué debe servir en nuestros tiempos la seguridad en una organización. Sin pensarlo mucho, acepté el reto. Este es el resumen de mi corta charla, que en su momento la llamé La seguridad en siete propósitos.
En primer lugar, es necesario tener presente que la utilidad de una empresa se mide restando los ingresos de los egresos (U =I-E). Para efectos del balance, tanto importa vender más como ahorrar más. Es allí donde la seguridad tiene un gran valor, porque todo lo que no se pierde se ahorra.
El segundo aspecto clave establece que la seguridad es una herramienta para entender el entorno. Las empresas no son entes aislados de su realidad, al contrario, están activamente inmersas en ella y son capaces de modificarla. Es misión de la seguridad, estar en el aquí y en el ahora. Aquí encaja perfectamente la máxima: quién no está en la realidad está fuera de ella y a merced de ella. Ya el concepto de seguridad blindada no es vigente, resulta más inteligente explorar el entorno y estudiar las amenazas que en algún momento pueden actuar, antes que aislarse tras supuestas barreras de protección.
El tercer elemento tiene que ver con hacer el oficio dedicado y rutinario para alcanzar los objetivos. En la seguridad el trabajo de hormiga se relaciona con la permanente identificación y corrección de vulnerabilidades. Todos los días se dañan equipos, se deteriora la infraestructura, se nos olvidan los procedimientos o ingresa personal nuevo. Toda actividad en la organización, por muy pequeña que sea, puede ser una brecha que abre la puerta a los riesgos o más bien una excelente oportunidad para revisar y ajustar procesos que van a redundar en más y mejor seguridad. Depende de la preparación y disposición del equipo para hacer su trabajo.
La cuarta posición se vincula con la seguridad como instrumento de mitigación de riesgos en la organización. El recurso humano y los bienes patrimoniales de una empresa son sus activos más valiosos, por tanto requieren ser cuidados con dedicación. Una excelente manera de hacerlo es identificar los riesgos a los que se expone la organización y a partir de allí, diseñar iniciativas para mitigarlos o gerenciarlos. Desde un ángulo estratégico la seguridad es el mejor sistema para gestionar de manera proactiva y eficiente los riesgos de un negocio.
En quinto lugar se ubica una misión clave y determinante en el mejoramiento continuo de los procesos de seguridad, y que he acordado en llamar la capitalización del fracaso. A pesar de todas las acciones preventivas y de protección, es inevitable que algunos riesgos se materialicen, generando pérdidas para la empresa. La seguridad está obligada a estudiar en detalle las causas, consecuencias e implicaciones de toda pérdida con el propósito de alimentar su conocimiento y fortalecer los flancos débiles que condujeron al fracaso. En seguridad los errores son muy costosos, por lo que aprender de ellos es una excelente manera de evitar que vuelvan a ocurrir.
El sexto punto de la seguridad lo he definido como anticiparse a las crisis. Una de las ventajas de la seguridad basada en riesgos es que produce escenarios probables en los cuales pueden materializarse pérdidas para la organización. En este aspecto, la seguridad tiene un peso específico muy importante, porque de ella depende el diseño, implantación, mantenimiento y actualización de los planes de continuidad operativa y manejo de contingencias. Si bien, es responsabilidad de toda la organización involucrarse activamente en los modelos de anticipación de crisis, la gerencia de seguridad debe llevar proactivamentetodo el proceso. En este sentido, cabe la conocida frase sobre gestión de riesgos; no se trata de predecir el futuro es prepararse para cuando llegue.
El séptimo y no por último, menos importante es la formación de cultura previsiva y resiliente en la organización. Toda iniciativa de seguridad debe integrar la construcción de cultura frente al riesgo. Se trata de la creación progresiva de consciencia de previsión en la empresa. Es casi como insertar en la mente de cada quién la capacidad de calcular las consecuencias de sus acciones y calibrar el nivel de exposición a riesgos detrás de cada decisión tomada. De la misma forma, el fortalecimiento de la cultura de seguridad implica la mejora en los índices de recuperación frente a pérdidas, es esa virtud de rebotar inteligentemente de los fracasos y que se denomina resiliencia.
Construir organizaciones seguras no significa hacerlas invulnerables, eso además de costoso es casi imposible. Quizás, se trata de construir una nueva actitud hacia el riesgo, en la cual, a pesar de la incertidumbre, estamos preparados para hacer todo lo necesario para lograr los objetivos con el menor margen de error. Siempre algo puede salir mal, la clave es afrontarlo, salir adelante y aprender del proceso.
Recuerdo que al final de los 15 minutos de mi elevator pitch a esta junta directiva, me pidieron que me quedara y les explicara como desarrollar un modelo de cambio de cultura orientado en la previsión y la resiliencia. En ese instante me vino a la mente la imagen de estar encerrado en un ascensor, en medio de un gran apagón!!