El 15 de diciembre del 2015, dos individuos entraron en un centro comunitario en San Bernardino, California y de manera violenta, hicieron uso de armas largas asesinando a 14 e hiriendo a 22 empleados de la administración pública local que celebraban su fiesta de fin de año. Los atacantes, que horas más tardes murieron en un enfrentamiento policial, formaban parte de una célula terrorista doméstica presumiblemente perteneciente a ISIS.
El FBI en sus investigaciones sobre el hecho, logró incautar un teléfono celular Iphone modelo 5c perteneciente a uno de los terroristas y en un intento fallido por extraer los datos del aparato, este se bloqueó, resultando imposible el acceso a la información por vías convencionales.
El asunto se complica cuando el FBI solicita a Apple, empresa fabricante del teléfono, desbloquee el dispositivo con el objeto de indagar sobre los contactos y mensajes contenidos en su memoria, petición, frente a la cual, la tecnológica se niega alegando que, al hacerlo, abriría una vulnerabilidad sin precedentes al sistema de protección de datos del móvil, poniendo en peligro al resto de sus clientes y traicionando la confianza que estos han puesto sobre la empresa.
La disputa legal FBI-Apple ha llegado al terreno legal y posiblemente el Buró de Investigaciones termine imponiéndose, sin embargo, el incidente pone una vez más de manifiesto el antiguo dilema Libertad Seguridad sobre el que pretendo referirme en estas líneas.
Una manera de representar el dilema es dibujar una línea continua, ubicando en cada uno de sus dos extremos las palabras Libertad y Seguridad. Si pudiéramos caminar sobre la línea en cualquiera de las direcciones, indefectiblemente nos alejaríamos de la otra. A mayor libertad, menor seguridad y viceversa, a mayor seguridad menor libertad.
En general, las personas no entregan su libertad fácilmente. Por ello, la seguridad debe tener por detrás un resultado tangible para que la transacción pueda lucir justa. Los pasajeros de un avión aceptan pasar por todos los controles y revisiones sacrificando privacidad y libertad, porque a cambio, existe un buen nivel de certeza que nadie introducirá una bomba en la aeronave para hacerla explotar por los aires. Más o menos por las mismas razones aceptamos ser grabados por cámaras de video, entregamos nuestras huellas dactilares u obedecemos reglas básicas de tránsito o de convivencia. Estamos permanentemente entregando libertad por seguridad porque de ello depende, en buena medida, nuestra subsistencia.
El problema se presenta cuando el precio que pagamos por la seguridad es desproporcionadamente alto frente a la pérdida de libertades. Si Apple debe desarrollar un software que va a violar sus propias barreras de protección que son garantía de privacidad para cientos de millones de usuarios en el mundo entero porque el FBI cree que en un teléfono puede haber información de interés para la seguridad nacional de los Estados Unidos, la relación no luce clara ni transparente. Al contrario, la solución puede convertirse en una gigantesca amenaza, tanto para la seguridad como para la libertad de los usuarios del Iphone.
Otro buen ejemplo del dilema Libertad Seguridad, aunque esta vez en un plano más político, lo vivimos de cerca con la iniciativa conocida como Seguridad Democrática del presidente de Colombia Alvaro Uribe entre los años 2002 y 2010. En esta política, el presidente Uribe dio a la sociedad civil colombiana un papel más activo en la lucha contra grupos insurgentes vinculados con la guerrilla y el tráfico de drogas, involucrándolos en un combate frontal contra estas organizaciones, ofreciendo a cambio paz social a la población, muy a pesar de las denunciadas violaciones a los derechos humanos vinculadas con la muerte de civiles en los enfrentamientos contra las guerrillas. Sin lugar a dudas, la política de Seguridad Democrática doblegó a una parte de los grupos violentos del país, pero al mismo tiempo, sometió a los ciudadanos a la pérdida de libertades y garantías democráticas a tal nivel, que el colombiano llegó a dudar sobre cuál de ambos males podría resultar peor.
Recuerdo haber escuchado a Uribe en una conferencia en Medellín, en una interesante reflexión sobre el dilema en cuestión, ya siendo expresidente: “Quizás uno de los retos más importantes de la política de Seguridad Democrática fue aprender a equilibrar la paz con seguridad y la paz con justicia.”
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