La inseguridad que se nos viene

La suspensión del referéndum revocatorio el pasado 20 de octubre de 2016 significa para Venezuela un quiebre cuántico en la dinámica democrática del país. Hemos entrado en otro juego, complejo, definitivo y sin reglas definidas.

Si uno de los pilares de la seguridad en una nación lo representa el respeto a las normas, más aún cuando se trata de la constitución, ¿Qué se puede esperar entonces, cuando desde el pináculo del poder alevosamente esta se violenta, yendo en contra de la mayoría?

La respuesta no es otra que la fractura final de los vestigios de institucionalidad que nos quedaban, dejándonos desnudos ya de toda protección o garantía ciudadana, empezando por la más básica, que es el derecho a la vida.

En meses recientes cuerpos policiales afines al gobierno venían actuando de facto en la zona oscura de la represión, deteniendo o acosando sin orden judicial y sin la presencia del Ministerio Público a líderes políticos y figuras influyentes del país. En el mismo orden, grupos colectivos apoyados por el régimen operan impunemente a sus anchas trancando vías, sometiendo a comunidades enteras, atropellando con armas de fuego a manifestaciones de protesta y hasta invadiendo la sede del poder legislativo en plena sesión.

Una vez caída toda la barrera institucional es la impunidad la reina de la delincuencia que se pasea oronda sometiendo al ciudadano. Se trata del modelo mejor acabado de control social, plagado de incentivos perversos, dónde muy pocos de la peor ralea se pelean por extinguir la civilidad.

Ante tal arremetida intimidatoria que sólo puede explicarse desde la desesperación de quién se siente amenazado y casi por instinto de conservación decide atacar en lugar de huir, es más que predecible que se nos viene la más grande tormenta de inseguridad que hasta ahora hayamos visto en el país.

Si ya las cifras de violencia que vivimos son pavorosas, resulta inimaginable cómo la situación puede empeorar.  Esto va más allá del coctel explosivo de sangre más hambre, se trata de una versión renovada y fortalecida de Estado sin más ley que la violencia en todas sus dimensiones.

Así como, las buenas conductas se modelan desde los liderazgos para estimular un cambio cultural en las organizaciones, la actitud forajida y delincuente del gobierno sirve de trampolín de lanzamiento para todo tipo de crimen, inspirando y motivando al hampa común y organizada a actuar sin límites, en un caos de todos contra todos típico de un festín que se está terminando y ya los borrachos se pelean por las sobras.

La inseguridad que se nos viene tiene visos de venganza y exterminio. Es como el movimiento final de una sinfonía, dónde todos los instrumentos suenan a sus máximos decibeles para que no queden espacio a dudas de su presencia.

Pero todo exceso es intenso y finito. La inseguridad que se nos viene es también el telón de cierre de la terrible obra de violencia que nuestra nación ha vivido en más de 100 años.  Aquellos que esperamos sobrevivir debemos aprender la lección y enmendar la historia, tanto para que no se olvide ni se repita.

@seguritips

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