La inseguridad y la violencia en las sociedades están más vinculadas con la pérdida de institucionalidad que con la pobreza. En las organizaciones, por su parte, la cultura del relajo y el irrespeto a las normas se relaciona con el desmontaje de las estructuras jerárquicas y la ruptura de la meritocracia. La demostración más evidente puede apreciarse en países con altos niveles de pobreza pero con muy bajos índices de violencia. Venezuela con un PIB per cápita 2,7 veces mayor que el de Bolivia, tiene una tasa de homicidios 6,75 veces superior.
La sociología y las encuestas de victimización apuntan al deterioro del clima institucional como causa raíz de la violencia en una sociedad. En recientes estudios sobre la percepción del riesgo en la empresa venezolana, se destaca que los órganos que administran justicia y por ende, garantes de la paz ciudadana, tales como; la Fiscalía , los tribunales y las policías cuentan con niveles mínimos de confianza. En el caso de los tribunales de justicia, el 50% los consideró “muy poco confiables” y otro 30% “poco confiables”. Cada vez existen menores dudas que la impunidad como manifestación clara de la pérdida de institucionalidad, es la causante de los altísimos niveles de violencia que hoy sufrimos. Ya en el pasado he manifestado que el castigo y la sanción justa y oportuna al delito es el precio que paga el criminal por sus faltas. Asimismo, la impunidad se convierte en la recompensa a delinquir.
El caso es que la libertad, la seguridad y tranquilidad del ciudadano depende de forma directa del nivel institucional de un país. Precisamente, en un estudio publicado en el 2012 por la Red Liberal de América Latina, Venezuela figura en el último lugar en el Índice de Calidad Institucional (ICI) entre todos los países de América, inclusive por debajo de Haití y Cuba. Razón por la que no puede extrañarnos que nuestros indicadores se seguridad sean los de peor desempeño en el continente.
En uno de sus apartados, el mencionado estudio establece que “Aquellos países que han logrado desarrollar un conjunto de instituciones sólidas brindan a sus habitantes más y mejores oportunidades para buscar alcanzar los fines y objetivos que quieran perseguir” Es por ello, y sin temor a equivocaciones, que la primera gran medida para el control de la violencia y la defensa de la paz ciudadana está vinculada con el inmediato rescate de las instituciones que regulan la vida democrática y en sociedad.
Y les pregunto a mis lectores; ¿qué podemos hacer en la práctica los ciudadanos para sumar esfuerzos en el rescate de la institucionalidad perdida?
Me atrevo a adelantar que la respuesta es fácil aunque exige altos niveles de compromiso. Me gustaría mucho recibir algunas propuestas que en este Espacio Seguro podamos desarrollar.
Quedo a la espera…
@seguritips
Para descargar el estudio de Índice de Calidad Institucional: http://www.libertadyprogresonline.org/wp-content/uploads/2012/07/ICI-2012.pdf