Tanto la incertidumbre como la complejidad son fenómenos presentes y comunes en la realidad actual. Si bien, ambos tienen cierto grado de interdependencia, no necesariamente responden de manera proporcional el uno al otro, es decir; existen entornos complejos, pero con un grado elevado de certezas, mientras que pueden surgir situaciones inciertas en realidades más simples o fáciles de comprender.
En todo caso, la incertidumbre y la complejidad las considero como el sustrato a partir del cual se crean y desarrollan un tipo de riesgos que he denominado Líquidos.
El propósito de este artículo es ubicar al liderazgo en seguridad dentro de contextos inciertos y complejos, a fin de proveer algunas herramientas que le permitan desenvolverse con más probabilidades de éxito, ya que, en la realidad actual, prácticamente todas las organizaciones, en mayor o menor grado están expuestas a situaciones de esta naturaleza, y el líder de seguridad, al estar en la primera línea de defensa debe estar consciente y preparado para asumir estos desafíos.
Comencemos por entender que la complejidad se refiere a la interconexión de múltiples variables, fuerzas, factores y relaciones dentro de un sistema. Para el liderazgo, la complejidad implica que las situaciones y los problemas no se pueden reducir a soluciones simples o lineales. Los líderes se enfrentan a desafíos que involucran muchas partes interesadas, fuerzas interdependientes y dinámicas cambiantes. La complejidad también puede surgir debido a la diversidad de perspectivas, la necesidad de coordinar y alinear diferentes funciones o equipos, y la interacción de sistemas sociales y organizacionales complejos.
La incertidumbre, por su parte, se refiere a la falta de claridad o predictibilidad en relación con los resultados futuros. Implica la presencia de riesgos, eventos impredecibles o información insuficiente que dificulta la toma de decisiones seguras. La incertidumbre puede surgir debido a factores externos, como cambios en el entorno económico o político, avances tecnológicos disruptivos, competencia acelerada o crisis imprevistas.
Ambas, incertidumbre y complejidad plantean desafíos significativos para los líderes, ya que requieren habilidades especiales para enfrentarlos con asertividad. Los líderes deben ser capaces de lidiar con la falta de claridad, tomar decisiones en condiciones de información incompleta y adaptarse rápidamente a los cambios en el entorno. Asimismo, deben comprender y manejar la complejidad, en este sentido en indispensable aprender a decodificar las relaciones y las interdependencias, buscando soluciones sistémicas y promoviendo la colaboración y la coordinación entre múltiples partes interesadas.
Las cualidades del líder en el marco de la incertidumbre y la complejidad
Un líder debe tener una visión estratégica clara del rumbo que debe seguir el equipo o la organización, incluso en medio de la incertidumbre y la complejidad. Esto se relaciona con su capacidad de comunicar y alinear a los miembros del equipo en torno a objetivos y metas comunes, y desarrollar una estrategia flexible y adaptable para alcanzarlos.
El líder de seguridad necesita desarrollar su capacidad de adaptación ágil a los cambios y desafíos que surgen en entornos inciertos y complejos. Esto abarca la disposición a abandonar enfoques obsoletos, aprender nuevas habilidades y ajustar las estrategias y planes según sea necesario para hacer frente a las circunstancias cambiantes.
La incertidumbre y la complejidad a menudo se traducen en la toma decisiones bajo condiciones de información limitada o contradictoria. Un líder de seguridad debe ser capaz de recopilar y evaluar datos relevantes, considerar diferentes perspectivas y escenarios, y tomar decisiones con los datos disponibles y que, en simultáneo, minimicen los riesgos y maximicen las oportunidades.
En tiempos inciertos y complejos, la comunicación se vuelve aún más crucial. Un líder de seguridad debe poder comunicarse de manera clara, directa y transparente con su equipo, transmitiendo información relevante, explicando los desafíos y cambios, y brindando orientación y apoyo. La comunicación abierta fomenta la confianza, reduce la ansiedad y mantiene a todos alineados.
Gerenciar en medio de la complejidad es estresante y desafiante. El líder de seguridad debe ser capaz de mantener la calma y la confianza en sí mismo y en el equipo, incluso cuando se enfrenta a obstáculos y adversidades. La resiliencia y la capacidad de manejar el estrés de manera saludable son fundamentales para administrar la energía y la motivación del equipo.
Los entornos complejos e inciertos demandan una mente orientada a lo estratégico con capacidad creativa para abordar los problemas y encontrar soluciones innovadoras. El líder no puede cerrarse a lo convencional, debe identificar oportunidades ocultas y buscar aproximaciones novedosas para resolver los desafíos que surgen.
Estos entornos líquidos usualmente exigen cambios significativos en las formas de trabajo. Un líder requiere desarrollar habilidades de gestión del cambio, incluida la capacidad de comunicar la necesidad del cambio, transmitir el sentido de urgencia, involucrar a los miembros del equipo en el proceso de cambio, y brindar apoyo y recursos necesarios para facilitar una transición exitosa.
Una cualidad complementaria pero clave del líder preparado para la complejidad es la capacidad de ser empático hacia los miembros de su equipo, reconociendo y comprendiendo sus preocupaciones y necesidades. La empatía ayuda a fortalecer las relaciones y a construir un entorno de confianza y colaboración, lo que resulta en un mayor compromiso y motivación del equipo.
Si bien estamos en tiempos de acceso infinito y abierto a la información, pareciera que cada vez sabemos menos sobre nuestra realidad y contamos con muy pocas pistas para entender el futuro, de allí que el líder de seguridad formado para la incertidumbre y la complejidad se convierte en una pieza indispensable para las organizaciones que les ha tocado surfear estas épocas líquidas.