Diez recomendaciones para una Navidad segura versión 2016
Es lamentable decirlo, pero este 2016 la inseguridad y la violencia han ganado terreno en nuestro país. Si bien no contamos con cifras definitivas, podemos afirmar que la cantidad y primitivismo de los delitos que hemos vivido durante el año son indicadores más que suficientes para afirmar que el Estado ha fracasado en sus políticas y acciones para la contención y prevención del crimen, dejándonos aún más indefensos frente a amenazas que ya lucen incontenibles. Aquí lo importante es saber que con el final del año se incrementan los riesgos de ser víctimas del delito y los excesos. La gente tiene más dinero, pasa más tiempo en la calle y consume más alcohol. Solo estas tres variaciones en las rutinas de vida abren brechas en nuestra seguridad, por lo que debemos estar preparados para asumirlas y llegar a enero, sanos y salvos.
El elemento común de todas las claves que a continuación destaco, es la prudencia como valor principal de previsión. Ser prudente es tener la capacidad de pensar con antelación sobre las consecuencias de nuestras decisiones y acciones, con el propósito de adecuar la conducta y no exponernos innecesariamente al peligro. A continuación, les describo las claves:
Escuchar nuestra intuición en situaciones extremas: resulta lamentable que una parte significativa de las muertes violentas sean producto de nuestra respuesta al delincuente al momento que estamos siendo victimizados. Si usted es abordado por uno o varios antisociales armados que lo conminan a entregarle sus pertenencias, las posibilidades de salir ileso son mínimas si intenta escapar o resistirse a ser robado. El valor de la vida no se compara al de un vehículo, al celular o la cartera. Es difícil saber cómo podemos reaccionar en una situación extrema, de allí que lo más conveniente es obedecer a nuestra intuición e instinto de supervivencia y no oponer resistencia en circunstancias sobre las que no ejercemos control alguno.
Incrementar nuestra consciencia frente a los riesgos. La primera y más importante vulnerabilidad, y por la que usualmente nos convertimos en víctima es la ignorancia de los riesgos que nos rodean. Creer que solo a los demás les ocurren calamidades, mostrar actitudes descuidadas frente a la inseguridad en la calle o simplemente no tomar medidas básicas de protección personal nos convierte en las víctimas perfectas. En estos días decembrinos aumentan sensiblemente las amenazas en las calles. La delincuencia también necesita tener más dinero, por lo que la fuente inmediata de obtenerlo es el ciudadano inconsciente que a diario se desplaza por las calles como si viviera en Disney World.
Cuidar lo que se tiene porque vale mucho más: con la inflación, escasez y devaluación resultaría imposible volver a adquirir aquello que ya tenemos. Esta realidad nos demanda que seamos más cuidadosos con nuestras pertenencias. No es momento de perder llaves, celulares o carteras. Tampoco de mostrarnos desconectados del entorno pues vamos a resultar atractivos para el hampa que en ocasiones está más cerca de lo que creemos. Recuerde que siempre tenemos margen para cuidar nuestras pertenencias si actuamos previsivamente y minimizamos los riesgos. Una vez abordados y sometidos por el hampa, es muy poco lo que podemos hacer si queremos salir favorablemente del trance.
Viajar de día y con un plan: las autopistas y carreteras de nuestro país se vienen convirtiendo en escenarios para la delincuencia. Son frecuentes los obstáculos que el hampa coloca en las vías para forzar a los conductores a detenerse para entonces proceder a robarlos o secuestrarlos. La recomendación es no viajar en horas nocturnas. Planifique su trayecto para que transite con la luz del día. Calcule tiempo suficiente para que pueda llegar a su destino en horas de más tráfico. No tome vía alternas angostas o de poca circulación. Estudie su recorrido y estime sus paradas a recargar combustible. Minimice las paradas turísticas en sitios apartados. Si no conoce la ruta lleve un GPS y obtenga referencias antes de iniciar su viaje.
Reducir la improvisación en la calle. No se trata de quedarnos encerrados en nuestras casas, sólo se requiere un poco de organización y análisis para reducir los riesgos. En este sentido, lo importante es planificar los sitios, las rutas, los horarios y lo que vamos a hacer en nuestras salidas. Tratar de hacerlo en grupos, concentrar las actividades en zonas conocidas, salir más temprano y regresar más temprano y organizar más reuniones en las casas. Salir a la calle sin rumbo establecido y sin un plan más o menos definido es lo que debe evitarse. Es precisamente en la improvisación en la calle donde está el riesgo.
Cuidar la cantidad de dinero y tarjetas que llevamos. Un factor que incrementa nuestros riesgos es la cantidad de dinero en efectivo y el número de tarjetas de crédito que llevamos cuando estamos en la calle. Debido al pobre poder adquisitivo del dinero, necesitamos demasiados billetes para comprar muy poco. La clave aquí es llevar lo mínimo necesario, por mucho que tengamos, no nos va a alcanzar para cubrir todo lo que necesitamos pagar en una salida. Si está en sus posibilidades tenga dos tarjetas de débito y una o dos tarjetas de crédito con usted, no necesita más. Si realmente va comprar algo que excede los límites de sus plásticos, planifique con el comercio y realice una transferencia electrónica para realizar la compra. Cada vez es más fácil y seguro hacerlo de esta forma. Adicionalmente, ir a una agencia bancaria a retirar dinero es lento, complicado y lo expone a riesgos innecesarios. Una parte importante de los robos en las ciudades ocurren a personas que salen de los bancos con dinero. No se lo haga tan fácil al delincuente.
Previsión con el consumo de alcohol. Es prácticamente imposible creer que en diciembre no vamos a ingerir bebidas alcohólicas, es parte de la tradición de las fiestas. Lo importante en esta clave es tener consciencia que el consumo de alcohol reduce nuestras capacidades de estar alertas frente al entorno, nos hace más lentos y se distorsionan los sistemas naturales de apreciación de riesgos, usualmente haciéndonos más desinhibidos y atrevidos. El consumo excesivo de alcohol además de hacernos torpes manejando, induce en algunas personas tendencias a la violencia provocando conflictos con otras personas. Nunca se quede bebiendo solo, avise a la familia o amigos dónde está si ha decidido consumir alcohol, trate de no hacer una ronda de bares e ir de sitio en sitio, manténgase dónde se sienta seguro. Deje su vehículo estacionado en un sitio seguro y en el cual sea posible dejarlo hasta el día siguiente, es posible que si ha bebido demasiado no pueda regresar manejando. No se involucre en discusiones así usted crea que tiene razón, manténgase al margen y sea siempre respetuoso en el trato con las personas. Pequeñas peleas entre personas subidas de alcohol se pueden convertir en grandes tragedias.
Pendiente con las viviendas que se quedan solas. Si va a salir de vacaciones en los días navideños es muy probable que su casa se quede sola. Si está en sus posibilidades pídale a algún familiar o amigo que se quede en su vivienda durante su ausencia, de lo contrario haga que se acerquen con frecuencia a verificar que todo esté bien. Mantenga luces encendidas y si puede simule la presencia de personas en el interior. Sistemas de alarma y cámaras son ideales en estas ocasiones, si están a su alcance no dude en instalarlas. Actualmente las viviendas son de mucho atractivo para el hampa que consigue en ellas una buena variedad de objetos de valor y con un mínimo riesgo de obtenerlos. Antes de dejar su casa sola, piense bien cómo reducir sus vulnerabilidades y busque maneras de disuadir al delincuente.
Exhibir el éxito tiene sus riesgos. Para un delincuente, lo que usted aparenta, representa lo que usted vale. Teléfonos costosos, ropa vistosa y vehículos llamativos son señales que lo ponen muy por encima del transeúnte o conductor promedio. Esconder el éxito es difícil, resulta natural querer lucir las bondades del dinero, más aun si hemos cobrado unas buenas utilidades. Sin embargo, en esta Venezuela se puede terminar pagando un precio demasiado alto. No me refiero aquí a salir a la calle con el aspecto de un indigente. Sólo debemos observar una regla: si no nos parecemos a nuestro entorno vamos a resaltar sobre él y convertirnos en una víctima perfecta. Cuide su forma de vestir, preste atención al uso de ropa o relojes que muestren en grandes letras o logos de marcas famosas. Si usted es usuario frecuente del transporte público, entienda que la ciudad es muy heterogénea y lo que parece normal en un sector puede resaltar y llamar la atención en otro. En estos casos, vista de colores neutros, no use carteras demasiado grandes, no hable en lugares públicos de asuntos personales y observe permanentemente lo que le rodea.
No descuidar la salud. A final de cada año me sorprendo de la cantidad de personas que por los excesos cometidos terminan enfermos en hospitales y clínicas del país. La ingesta de grasas, carbohidratos y alcohol puede ser un detonador de condiciones preexistentes y que se manifiestan en estos días. La sugerencia, además de la ya mencionada prudencia, es hablar a su doctor en estos días y chequear sus números de contacto y definir un pequeño plan en caso de emergencias. Si el médico se va de vacaciones, ¿quién queda en su lugar? , reponer medicinas que probablemente sean difíciles de conseguir y tener cerca números de ambulancias, servicios de atención médica a domicilio y pólizas de seguro vigentes entre otros detalles para los que bien vale la pena tomarse unos minutos de previsión.
Las celebraciones y la alegría de estos días navideños para nada están reñidas con el sentido de previsión necesario para pasarla bien. En estas medidas básicas de seguridad puede estar la diferencia entre un fin de año feliz o accidentado.
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