Este 2022 se cumplen 60 años de las crisis de los misiles en Cuba. En octubre de 1962 se alcanzó uno de los momentos más tensos de la Guerra Fría, cuando los Estados Unidos descubrió que, en la isla de Cuba, el gobierno soviético de Kruschev había comenzado a instalar cohetes con ojivas nucleares.
Los paralelismos de la historia son inevitables. He leído algunas hipótesis a propósito de las debilidades en la política actual de Biden, se parecen, en forma y en fondo, a lo que fueron los primeros dos años del gobierno de J.F Kennedy, que llegó a su punto de clímax en ese octubre de 1962.
JFK llegó al poder el 20/01/61, y apenas tres meses después ocurrió la llamada invasión de Bahía de Cochinos, una iniciativa impulsada por cubanos en el exilio, apoyada por la Inteligencia de USA para tomar el poder en Cuba.
La historia apunta a que el fracaso se debió a la indecisión de Kennedy al no aprobar las operaciones aéreas norteamericanas sobre la isla, lo que dejó a los invasores a merced del Ejército cubano. Un segundo gesto de debilidad de JFK quedó en evidencia el 13/08/61 cuando se inició la construcción del muro de Berlín.
El gobierno de Kennedy consideró el muro como un problema interno de Alemania, y si bien fue duramente criticado, la política exterior de USA no pasó de lo declarativo. A partir de allí, se aceleraron las actitudes retadoras de la URSS, que llegaron a la instalación de los misiles en la isla.
De alguna manera, hoy en 2022, 30 años después del fin de la Guerra Fría, las manifestaciones del poder en el mundo siguen pareciéndose. Allí está Rusia, en plena invasión a Ucrania utilizando “misiones humanitarias” de paz y protección a las zonas que ocho años atrás estimuló para que se separaran de la soberanía ucraniana. Mientras tanto, los Estados Unidos y Europa responden de nuevo con sanciones económicas al gobierno ruso como herramienta disuasiva, dejando a la OTAN guardada en un closet.
Los tiranos del mundo siguen avanzando en sus nuevos modelos del conflicto incluido el poder militar y la toma del territorio. SI Occidente sigue en la pretensión que los va a detener sólo con sanciones y sin asumir otras medidas que tendrán costos, muy pronto veremos a Putin sentado en el palacio de gobierno de Kiev.
Es obvio que un líder consciente siempre preferirá la paz, pero no puede mostrarse débil cuando el proyecto de los agresores es la guerra. Es una historia que se repite y el final siempre depende de las decisiones difíciles de sus protagonistas. Veremos.
Esa es una cara del problema, pero como dice el dicho «los rusos también juegan» se están aprovechando de la terrible fractura que sufre la sociedad norteamericana: déficit fiscal, desigualdad, erosión de sus instituciones….
Pareciera que vamos aceleradamente hacia una forma de gobierno tipo China.
Remember G. Orwell.